•|CAPÍTULO VII|•

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—¡GEORGE! ¡POR EL AMOR DE UN ESPECTRO! —grité golpeando la puerta del baño con mi frente completamente exasperada.— Llevas ahí dentro desde que volví a casa, ¡Y eso fue hace una hora y media! ¿Qué mierdas estás haciendo para tardar tanto? ¡Necesito una ducha, joder!

Antes de que pudiera reaccionar, la puerta se abrió haciéndome trastabillar y golpeándome contra el marco en el pie. Me quejé sin dudarlo dando un manotazo en la pared y mordiendo mi labio inferior.

—Su puta madre....

—Eso te pasa por impaciente— se jactó George mientras me observaba de brazos cruzados aún dentro del aseo.— Tú decidiste compartir el baño con nosotros en vez de usar el de Lucy, en el ático.

—Karim, si de verdad piensas que voy a subir tres pisos para darme una ducha después de haber salido a correr y entrenar por casi dos horas y encima despertar a la pobre chica, tienes un serio problema.— Tras soltar mi discurso caminé rodeándolo no sin antes darle un pequeño zape en la frente, que rápidamente esquivó.

—Si tú fueras como el resto de personas de esta casa y durmieras más allá del alba —comenzó a argumentar mientras salía del cuarto,— en vez de matarte por ahí haciendo el bobo y llegando hecha un asco, no necesitarías una ducha a las ocho de la mañana y yo podría cagar en paz.

—¡Basta! —gemí cubriendo mis oídos.— Demasiada información, George. ¡Vete de aquí! — exclamé empujándolo fuera del baño mientras él hacía fuerza para mantener la puerta abierta.— ¡George!

La puerta de enfrente se abrió y un Lockwood bastante molesto, somnoliento y debo decir, descamisado, salió de su cuarto para regalarnos una mirada furibunda.

—Todas mañanas lo mismo, ¿no podéis dejar de peleados como críos? Al menos hasta después del desayuno...—murmuró mientras pasaba una mano por su pecho y miraba el reloj de su muñeca.

—¡Ha empezado ella! No me deja cagar tranquilo—me acusó el moreno.

El grito ahogado que salió de mi boca llamó la atención de los dos, y antes de que pudiera detenerme estaba golpeando a mi compañero en la espalda con más fuerza de la necesaria mientras lo echaba a empujones de mi camino. Cerré la puerta con fuerza pero luego la volví a abrir para tener la última palabra antes de meterme en la ducha.

—¡Cagarrutas!

• • •

Había transcurrido casi una semana desde que había pasado a formar parte de la plantilla oficial de  Lockwood & Co. La vida con Lucy y los chicos era cómoda y sencilla. George se encargaba de la limpieza de la casa, Lucy de la compra y yo de la cocina. Lockwood... Bueno, Lockwood se encargaba de leer el periódico para ver si mágicamente habia logrado convertirse en alguien relevante para que su nombre saliera en portada y... ¡Oh, si! Se me olvidaba, se encargaba también de rechazar CADA PUTO TRABAJO QUE NOS DABAN. ¿Cómo se pagaban las fracturas? Eso aún era un misterio para mi.

— El señor Farwell al teléfono, pregunta si no podríamos replantearnos su oferta...—Todos conocíamos la respuesta del "jefe" pero aún así me sentí en la obligación de preguntar cuando el pobre hombre llamó.— Suena como si de verdad fuera algo urgente, quizás...

—No, Dianne. —Fue tajante pero ni siquiera se dignó a sacar la vista del periódico y mirarme.— Ese trabajo no va a proporcionarnos nada.

— Dinero, Lockwood. Eso nos proporciona, dinero — argumenté absolutamente contrariada.— ¿Cómo esperas mantener la casa sin él? No todo es reputación, también hay que vivir de algo.

Rápidamente se puso en pie y se acercó a grandes zancadas hacia mi hasta que quedo a a penas unos centímetros de mi rostro. Su aliento con aroma a te y menta se estampó contra mi piel provocando un ligero cosquilleo que me hizo sonrojar. Automáticamente me eché hacia atrás evitando que invadiera aún más mi espacio personal.

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