•|CAPÍTULO XVI|•

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Dianne Crimson

La vuelta a casa desde el hospital resultó ser más estresante de lo que hubiera esperado.

La primera hora después de que Lockwood y yo entráramos por la puerta, fue todo risas, celebración y diversión. ¿Después de eso? Tres monstruos psicópatas preocupados por mí al mismo nivel al que solía estar la preocupación de mi abuela. Y eso es mucho decir.

'Dianne no puedes hacer esto.' 'Dianne no puedes hacer lo otro.'

"¡Matadme por favor!" Pensé en más de una ocasión.

Hubo una ocasión en la que, cuando intenté ir a ducharme, George insistió en que Lucy debería ayudarme. Estuve a punto de preguntarle si estaba intentando buscar nuevo material con el que cascársela por las noches...

Todo su estupidez llegó al su fin la mañana del segundo día desde mi regreso:

Lockwood había bajado para despertarme ya que, cito literalmente las palabras de George: 'La alarma del despertador es demasiado fuerte para ti, podría afectar a tu desarrollo cerebral.' Ese día juré que era a él a quien se le había quedado el cerebro a medias en su desarrollo... La cuestión era que insistió en que no podía atarme las botas yo sola, ya que al tener que inclinarme y luego levantarme, podría acabar mareándome.

No pude evitarlo.

Le golpeé con la lámpara. Ahora tiene una cicatriz en el hombro para probar el ataque. Amenazó con denunciarme a las autoridades por violencia doméstica.

Lo bueno es que dejaron de pensar que fuera una niña indefensa y todo volvió a la normalidad.

• • •

— Osea, que tú— comencé señalando a Lucy,— robaste una fuente de una escena de un crimen. Y... después de haber tenido una "conexión paranormal" con un espíritu que nos atacó e intentó matar en varias ocasiones y que además te está atormentando sueños lúcidos, decides que es una muy buena idea quedártela como recuerdo.

— Más o menos...— trató de defenderse mi amiga, pero aún no había terminado.

— Y vosotros dos— continúe seññarando con dos dedos levantados a los varones de la casa,— después de haber tenido que volveros a enfrentar a él dentro de esta casa, habéis estado de acuerdo con su estúpida idea de volver a conectar con ella.

— Yo no estaba de acuerdo, fueron ellos los que se aliaron contra mi — expuso Lockwood haciendo aspavientos con las manos.— Además tú estabas en el hospital, tenía cosas más importantes en la cabeza. No esperaba que al final quisieran hacerlo.

Así es. Al parecer, durante mi pequeño ingreso, habían sucedido muchas más cosas en la casa que en los últimos meses. Hice nota mental de acabar en el algún centro médico más a menudo. Con todo lo que estaba escuchando en aquel momento, definitivamente no andaríamos muy lejos de acabar en un asilo, TODOS.

— Lucy, con todo el amor de mi corazón... Estás chalada.—Mi sentencia fue firme mientras la contemplaba incrédula.

— ¡Gracias!— exclamó el jefe al recibir mi apoyo, mientras abría una caja de galletas.

—¡Oh, vamos! — se quejó mi amiga mientras daba una patadita a la mesa.— ¡Fuiste tú la que le dijo a Lockwood que debía escucharme cuando dije lo de la conexión en la casa!

— Si, lo hice — le concedí al tiempo que me cruzaba de brazos y apoyaba mi espalda baja contra la encimera de la cocina.— Pero, Lucy, esto es distinto.

— No lo es— argumentó vagamente.— Estuve con el anillo dos días hasta que Lockwood me lo quitó, y no pasó nada.

— No que va, solo estuvimos a punto de morir a manos de una fantasma muy cabreada en nuestra propia casa. Un lugar que se supone que es seguro.— George miraba con curiosidad los huevos revueltos que se cocinaban en la sartén mientras hablaba.

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