•|CAPÍTULO XX|•

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Dianne Crimson

— Vaya pedazo de imbécil...— escuché murmurar a Lucy cuando salimos de la biblioteca.

Asentí riendo, completamente de acuerdo con su descripción.

— Parece que os lleváis estupendamente — dije, dándole un suave codazo a Lockwood, que llevaba las manos metidas en los bolsillos.

Rió suavemente mientras negaba.

— Es un capullo. Pasad de él— respondió con simpleza.

— Tenemos que encontrar a Hugo Blake— sentenció George con cara de mosqueo.

Estaba enfadado porque estuvieron a punto de echarnos de los Archivos, lo que hubiera supuesto no poder volver en una temporada y aquel, era su lugar sagrado.

— Antes tengo que hacer una cosa — mencionó nuestro jefe de forma misteriosa.— ¿Por qué no vais a cenar? Invito yo.

Y dicho eso, dejó unos billetes en manos de Lucy y se marchó sin dar más explicaciones.

— Odio cuando hace eso, a veces es tan extraño...— murmuró George con frustración.

— Y un tacaño al parecer...— murmuré tomando las quince libras que había dejado.

— ¿Con esto comeremos los tres?— interrogó Lucy.

— Nop— respondí, marcando la p con los labios. — Vamos, conozco un lugar. Corre a cuenta de la casa.

• • •

Habíamos llegado a un pequeño restaurante italiano por el que había pasado un par de veces de camino a algunos trabajos. No estaba muy lejos de casa y la gente que había visto salir del lugar, parecía bastante satisfecha.

Dentro, nos atendió un hombre mayor bastante agradable que rápidamente nos sentó en una mesa de bancos en vez de sillas. Habíamos echado un vistazo a la carta y rápidamente pedimos una tabla de embutidos y una pizza grande. Todo olía delicioso.

— Entonces, ¿siempre has vivido aquí? — interrogó Lucy, mirando directamente al único chico de la mesa.

— Zona seis— respondió con tranquilidad antes de dar un bocado a su trozo de pizza.— Es más bonita y segura.

— ¿Por qué te fuiste?— interrogué yo esta vez mientras pescaba un trozo de jamón de Parma con los dedos.

— Mis padres son adorables pero, no podía quedarme— respondió alternando la mirada entre las dos, que estábamos frente a él.— Tienen cuatro hijos: ingeniero, ingeniero, ingeniero y friki.

Enumeró riéndose al final de su propia broma autoinsultante. No pude evitar fruncir el ceño, molesta.

— Así que... Siempre has sido un poco...— mi amiga no parecía encontrar la palabra adecuada.

— ¿Obsesivo?— finalizó él, a lo que ella asintió.— Si, el problema es todo lo que he conocido. Lo que todos hemos conocido en realidad, y eso no está bien. Por eso quiero descubrir.

— ¿El qué?— pregunté tras tragar mi comida.

— Pues... ¡Todo!— respondió con entusiasmo.— Por eso me echaron de Fittes.— Al ver la sorpresa dibujada en los rostros de mi amiga y mío, preguntó.— A ver, se que Lockwood y tú, Dianne, no os llevabais bien pero... Lucy, ¿a tí no te lo contó?

—¡Por supuesto que no!

— Pues así es— resolvió dando un sorbo a su refresco de naranja.— Me sacaron de allí por hacer demasiadas preguntas y visitar plantas por encima de la mía.

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