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Las semanas comenzaron a correr con vertiginosa velocidad. Agustina había visitado el departamento de Federico con frecuencia y él solía aparecer en la playa para llevar tanto a Agustina como a Lucas hasta su casa. Aunque aún encontraba difícil hablar con el pequeño él parecía no notarlo, ya que subía con gusto a aquel auto que se había convertido en uno de sus lugares favoritos. 

Aquella noche, que habían compartido disfrutando de su cada vez más íntima sesión de sexo, Agustina se vestía para regresar a su casa. Nunca se quedaba a pasar la noche y él había dejado de insistir, que aceptara que él la llevara ya era mucho pedir. 

-Ya estoy lista.- le anunció Agustina cuando terminó de atarse los cordones y sin hablar él abrió la puerta para bajar hasta la cochera. 

Cuando subieron al auto, la música de Erasure comenzó a sonar y Agustina no pudo evitar reírse.

-¿Está programado para no pasar nada que haya sido creado después de 1990? - le preguntó divertida haciendo alusión a la música que solía escuchar.

-Es lo mejor que nos dejó la música, el resto es sólo gritos y refritos.- le dijo él con falsa indignación. 

-Los noventa tienen buenas baladas y no puede no gustarte algún tema de Ed Sheeran- respondió ella imitando su gesto.

-Por favor, baladas eran las de los ochenta: ¡Poison, Bonnie Tyler, Scorpions!- respondió él con una sonrisa tan grande como hermosa que terminó de conquistar el golpeado corazón de Agustina, quién desvió su mirada hacia la ventana para no delatarse.

-Si le dieras una oportunidad a Shawn Mendes no dirias lo mismo.- respondió finalmente sonriendo.

-¿Te gustaría mostrarme? - le preguntó él logrando que una mirada de sorpresa lo analizara.

-No entiendo.- le dijo ella alzando ambas cejas al ver que se explicaba.

-En unas semanas hay una gala en conmemoración de los 50 años de la compañía para la que trabajo en Buenos Aires con un DJ muy moderno de esos que te gustan a vos. Me encantaría que me acompañes.- le contó tomando su mano con delicadeza para darle un corto beso en el dorso. 

Agustina sintió un frío que recorría su cuerpo desde la cabeza hasta los pies y la solemnidad asaltó su rostro. Deseaba acompañarlo pero no podía. Su pasado en Buenos Aires no era algo que quisiera recordar y mucho menos revivir. 

Retiró la mano con lentitud y apretó los labios como si supiera que lo que estaba por decir no le iba a gustar a Federico. 

-No puedo.- lo dijo con rapidez y firmeza, como si pudiera arrepentirse en cualquier momento.

-Sería sólo por dos días.- insistió él queriendo ignorar el cambio de actitud que había sufrido Agustina.

-No puedo.- repitió ella cuando faltaba poco para llegar a su casa.

-No queres. Creo que si quisieses podrías arreglarlo.- respondió él con una seriedad aún mucho mayor que la que le conocía. 

-No es eso…- comenzó a decir ella sin poder continuar.

-No te entiendo…- dijo él y ella lo interrumpió con brusquedad.

-No te pedí que me entiendas, ni que me esperes, ni que me sigas buscando. Te dije que era complicada, que mi vida era complicada y que no podía prometerte nada. No tengo nada para ofrecerte, no puedo.- expresó en voz demasiado alta obligándo a Federico a detener el auto y apagar la música. 

-No tenes que hablarme así, Agustina. Creo que no lo merezco, hasta donde yo se los dos la pasamos bien juntos, nunca te obligué a venir a mi casa y mucho menos te presioné para hacer algo. Si no queres venir lo entiendo. Listo, no te lo pido más, - le dijo mirándola con seriedad pero con un enfado mayúsculo en sus ojos. Hasta para discutir parecía poder guardar sus formas y eso no hizo más que disparar los nervios de Agustina.

Entonces el silencio se hizo presente por un tiempo demasiado largo, la tensión los abordó para inmovilizarlos y la incertidumbre desestabilizó sus corazones como un terremoto impetuoso.

-Será mejor que me baje.- dijo ella sin poder mirarlo. 

Él no respondió. Aunque deseaba decirle miles de cosas su inquebrantable orgullo no se lo permitió. 

La vio alejarse. 

Lo vio darse por vencido. 

Se vieron en el borde de un abismo que ninguno de los dos parecía poder evitar.

Antes de conocerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora