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Efectivamente Doña Paula había comenzado a preparar el almuerzo. El aroma de aquella carne asada invadía todo el lugar. Era viernes y por lo tanto solían finalizar las tareas algo más temprano, entonces compartían la sobremesa luego del almuerzo e incluso dormían alguna que otra siesta. 

Zoe y Noah habían regresado en silencio, ninguno quería mencionar nada que tenga que ver con lo sucedido en el recorrido, ya sea porque sentían que era darle demasiada importancia o porque podría derivar en algo más, ambos se tomaron el trayecto para intentar acomodar sus ideas. 

Ni siquiera al llegar se miraron, Vicente estaba esperando a Noah para consultarle acerca de unos inconvenientes que habían surgido en uno de los corrales y el veterinario aprovechó la ocasión a modo de excusa para alejarse de aquella pequeña debilidad que comenzaba a ocupar su mente. 

-Doña Paula te separó unos panes horneados, como ayer no pudiste cenar y hoy te fuiste tan temprano…- le dijo Lucía guiandola hasta la cocina al otro lado del salón. 

-Gracias, me estaba muriendo de hambre, aunque por suerte Noah consiguió unas frutas de los árboles.- le explicó mientras llegaban a hasta la cocinera. 

-Qué amable de su parte, teniendo en cuenta que no suele compartir sus actividades.- dijo con algo de suspicacia Doña Paula, que podía tener demasiados años, pero aún sabía leer las miradas de la gente.

-Sí, amable… aunque algo silencioso. - respondió Zoe, mientras comenzaba a degustar aquel delicioso pan casero. 

-Es algo gruñon, pero es un buen chico.- le dijo Lucía, que había comenzado a poner la mesa. 

Zoe, se moría de ganas de conocer más de él, pero no quería delatarse. Al fin y al cabo llevaba apenas un par de días allí, ya tendría tiempo de indagar. Sin embargo, las mujeres del lugar sabían muy bien lo que estaba pensando.

-No siempre fue tan malhumorado, solía ser divertido y conversador, pero cuando Carla se fue…- comenzó a explicar Lucía. 

-¡Rápido Zoe, Noah necesita tu ayuda!- dijo Vicente entrando de imprevisto, con su pecho agitado y sus manos temblorosas.

Zoe prácticamente tiró el pan sobre la mesa y se apresuró a seguirlo. Pasaron por el sector de las incubadoras, la huerta y finalmente el hombre abrió una reja para que ella pudiera pasar. Al verla Noah gritó

-Cuando te pedí ayuda, pensé en Bernanrdo.- dijo mientras tiraba de la pata de un cachorro que había quedado atascado en el alambrado. 

Vicente iba a disculparse pero Zoe se le adelantó.

-Estoy acá ¿no? Dejá de hacerte el malo y decime que hago.- le respondió al tiempo que se deshacía de su camisa y se arrodillaba a su lado. 

Noah la miró, tan cerca de nuevo.  Contuvo la respiración un instante y volvió a mirar al pequeño animal.

-El alambre está sobre a arteria, hay que presionarla ni bien Vicente lo levante, yo voy a tener firme la extremidad para evitar mayores pérdidas de sangre.- le explicó, mientras le señalaba a Vicente donde ubicarse. 

Zoe se acercó más al animal, que se movía con desesperación y comenzó a acariciarlo. 

-Tranquilo, tranquilo, ya vas a salir de ahí.- le dijo con su dulce voz.

-Alejate de su boca, se siente amenazado y puede morderte.- le dijo Noah, con su gesto de seriedad habitual.

Zoe levantó su vista y otra vez se encontró con esos ojos verdes tan cerca que sus labios se separaron para hablar pero el sonido no pudo salir. 

-A la cuenta de tres.- dijo Noah mirando a Vicente. 

-Uno, dos… Tres.- contó y en ese momento Vicente levantó el alambre. Un chorro de sangre los salpicó en la cara, pero sin siquiera limpiarse, Zoe, se apresuró a cubrir la herida y comenzó a hacer presión. El animal quiso moverse pero Noah aumentó su fuerza. Los músculos de sus brazos se marcaban con delineada precisión mientras su frente se cubría de sudor. 

-Hay que colocarle una compresión por encima de la herida.- le dijo a Zoe, quien también comprimía con todas sus fuerzas. 

Vicente se apresuró a buscar una venda del maletín y siguiendo las indicaciones de Noah la aseguró en la unión de la extremidad y el cuerpo.

 Noah le indicó a Zoe, que liberara de a poco la herida y para su alivio vieron que la sangre dejaba de salir. 

-Vas a estar bien.- le dijo Zoe al cachorro pero al acercarse el animal saltó. Noah se tiró sobre ella para protegerla, apoyó todo su cuerpo sobre el de Zoe y la mordida del cachorro alcanzó su tobillo. 

-¡Ay!- dijo al oído de Zoe, mientras Vicente amarraba al animal para poder controlarlo. 

-¿Estás bien?- le preguntó Zoe, aún debajo de aquel cuerpo fuerte que comenzaba a despertarle sensaciones desconocidas. Como no le respondió, pasó una de sus manos para colocarle el cabello detrás de la oreja. 

-¿Estás bien, Noah?- volvió a preguntarle sin dejar de acariciarlo.

Entonces él reaccionó. Se puso de pie lo más rápido que pudo y se tomó el tobillo. Zoe quiso examinarlo pero él no la dejó.

-Hay que colocarle una vía, asegurar el vaso y devolverle la circulación lo antes posible, si no va a perder la pierna.-  le dijo a Zoe, algo enfadado, como si aquel ataque hubiese sido su culpa.

Zoe lo miró y asintió con su cabeza.

-Vamos, ¿A dónde está el quirófano más cercano?.- le preguntó asumiendo que contaría con un lugar así para aquel procedimiento.

Entonces Noah se rio y Vicente lo imitó.

-Le presento el quirófano doctora.- le dijo el anciano aun riendo. 

-¿Acá? ¿En serio?- preguntó ella incrédula. 

-Es lo que hay, no estás en la ciudad.- le dijo Noah pero antes de terminar la frase se tuvo que sentar en el suelo, porque el dolor lo invadió.

Zoe se acercó para revisarlo y al ver que intentaba apartarse una vez más, lo tomó de brazo con fuerza.

-No voy a pelear con vos. Tenemos que apurarnos, dejame ver tu herida primero, así puedo resolver la del cachorro después.- le dijo con firmeza. 

Entonces Noah no tuvo más remedio que aceptar. La dejó trabajar y una vez que tuvo su tobillo vendado se levantó para asistir al perro.

-No, no, no.- le dijo ella sorprendiendolo. 

-Vicente lleve al testarudo de su jefe a descansar. - dijo y dándole una inyección de manera sorpresiva agregó:

-Con el sedante que le acabo de administrar no va ser de ayuda acá. Pídale a Lucia y Maria que se acerquen, por favor.- dijo con tanta autoridad que el hombre no dudó en obedecerla. 

-Zoe..- dijo Noah, comenzando a sentirse algo mareado.

-Después me lo agradeces. Anda tranquilo.- le respondió ella y antes de que pudiera decir nada más le dio un dulce beso en la mejilla y le regaló esa sonrisa que Noah comenzaba a adorar. 

Un sendero hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora