Zoe regresaba del consultorio, las náuseas de la noche la habían obligado a buscar un inyectable. Ella misma se había aplicado el medicamento y luego de esperar el tiempo recomendado regresaba a su casa con deseos de volver a dormir.
Le llamó la atención que la puerta estuviera abierta, pero creyó que la había olvidado por la prisa que llevaba. Entró mientras se sacaba las zapatillas y la figura de Noah sentado inmóvil en el sillón la asustó.
-Noah, me asustaste.- le dijo acercándose a él con una sonrisa.
Al ver que él continuaba serio, no se animó a tocarlo.
-¿Pasó algo? ¿Aaron está bien?- le preguntó ella comenzando a sentirse algo extraña.
-¿No tenes nada para decirme?- le preguntó él intentando mantener la calma.
Zoe lo miró sorprendida, no sabía de qué le estaba hablando y comenzó a negar con la cabeza.
Entonces él ya no pudo aguantarlo. Se levantó con un movimiento brusco y arrojó el test sobre la mesa.
-¿En algún momento te importé? ¿Pensabas ocultarmelo como esa bruja? ¿Siquiera es mío?- le preguntó con cólera contenida entre sus dientes apretados y lágrimas saltando de sus ojos enfurecidos.
Zoe comenzó a temblar, sus ojos bañaron sus mejillas y las palabras no parecían salir.
-Noah.. Yo… te juro..- titubeaba como una niña, quiso tocar aquel brazo enorme pero él lo apartó.
-No puedo creer como confié en vos.- le dijo acercando su rostro a aquellos ojos. Su cuerpo le indicaba que se acercara pero su mente gobernada por la decepción no se lo permitía.
El amor no se puede apagar de un minuto a otro y la idea de perderla le dolía más que el supuesto engaño.
-Noah, puedo explicarte.- llegó a decirle con sus ojos suplicantes.
Había comenzado a llover y los truenos cubrían el ruido de sus corazones.
Él guardó silencio, pegó su frente a la de ella. Respiraba como un animal enjaulado, sus dientes apretados tensaban su mandíbula.
Ella continuaba llorando, quería explicarle, quería que la perdonara, quería que volviera a amarla.
-Te amo.- llegó a decirle Zoe con la voz trémula y los dientes tiritantes.
Entonces la puerta se abrió y los dos debieron separarse.
-¡¡No podemos encontrar a Aaron por ningún lado!!- el grito de Bernardo pareció abatir aquel duelo silencioso.
Zoe fue la primera en reaccionar, era su naturaleza, su sentido de proteger al otro, su desesperación porque Noah vuelva a sonreír.
-Vamos a buscarlo.- dijo y sin mirar atrás tomó un piloto del perchero de la puerta y salió hacia el monte.
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Un sendero hacia ti
RomanceZoe es una joven veterinaria que no suele permanecer mucho tiempo en el mismo lugar. Consigue un ansiado trabajo en la selva subtropical de Misiones y dejando todo lo que conoce atrás viaja para instalarse en un refugio de animales. Allí es recibida...