Epílogo

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1 año después

Aquel aniversario resultaba demasiado triste. Aunque todos la recordaran con una sonrisa en su rostro y las manos ocupadas, una nostalgia intrépida dejaba su huella tácita en las fibras más sensibles de quienes la habían conocido. 

La muerte deja un vacío en los que quedan que sólo el tiempo se encarga de cicatrizar.

Y la pérdida de Doña Paula no era la excepción. Su desaparición había sido tan silenciosa como inesperada, los habitantes del refugio aún estaban consternados por los hechos acontecidos en el monte, cuando la anciana los dejó. 

Justamente por eso habían decidido realizar algo especial para recordarla. No era una fecha más, nadie olvidaría jamás lo que sucedió aquella vez en la selva. 

Había sido la temporada más lluviosa en años, todo el parque corría riesgos de aludes y derrumbes, lo que había ocurrido sobre aquellas rocas no era casual. Noah aún recordaba el barro cubriendo sus manos y brazos y al pequeño Aaron imitando sus movimientos con desesperación. 

Ni siquiera al oír la voz de Zoe al otro lado se habían detenido. 

-Noah, estoy bien. Tranquilo Noah, las rocas me protegieron. Noah, llamá a Vicente y enviale nuestra ubicación. Noah...- incluso atrapada en una cueva Zoe lograba calmarlo, guiarlo. 

-¡Voy a sacarlos de ahí, mi amor! - repetía Noah, comenzado a sentir el agotamiento en su cuerpo. 

-No tengo dudas de eso, mi amor. Pero dejá que la patrulla haga el trabajo, tienen herramientas para eso. Quedate junto a Aaron. No se preocupen, estoy bien.- su voz era dulce y firme, aunque estaba muerta de miedo confiaba en que la sacarían de allí. Ese no podía ser el final, no ahora que había conocido el verdadero amor. 

Y justamente ese amor fue el que la mantuvo lo suficientemente calmada, como para esperar las largas horas que duró el rescate sin desesperar. 

Una vez afuera había sido trasladada al hospital por precaución pero tanto ella como su bebé se encontraban bien. Recordaba haberle tenido que ordenar a Noah que fuera a darse una ducha, había tenido que fingir estar enojada para que aceptara separarse de ella durante las primeras 48 hs. 

Lucía la había cuidado como una verdadera madre y un par de días después cuando le dieron el alta, la inesperada llegada de su padre, terminó de completar su felicidad. 

Carla les había agradecido hasta el cansancio que hubieran salvado a su pequeño. Pasaron varios días juntos, intentando encontrar una solución que funcionara para todos. Luego de meditarlo y charlar con Aaron logró, finalmente, tomar una decisión. 

Y fue gracias a esa decisión que hoy, un año después, luego de aquella ceremonia en nombre de Doña Paula tan movilizante como emotiva, Zoe amanecía en su nueva casa, bastante más grande y alejada de la que solía habitar.

La pequeña Paula dormía por fin en su cuna, luego de haberla mantenido despierta toda la noche. Noah también tenía los ojos cerrados y su enorme mano mecía la cuna a su lado, como si no se hubiera dado cuenta de que la bebe ya no lloraba. Los pasos de Aaron advirtieron su llegada y como un sigiloso felino se metió debajo de las sábanas para acomodarse entre ella y Noah. 

-Buenos días, mi vida.- le dijo Zoe en voz baja, dándole un beso en aquel cabello ensortijado. 

-Buenos días.- le dijo el niño con una gran sonrisa. 

-Si despiertan al pequeño terremoto me las van a pagar.- la voz de Noah sonó entre sus dientes, seguida de un bufido de fastidio mezclado con sueño. 

Zoe y Aaron se rieron en silencio. 

- Tan testaruda como alguien que conozco...- le dijo Zoe al oído y cuando iba a levantarse él atrapó su cintura con su brazo para acercarla a su cuerpo. 

-Tan testaruda como la madre, pero, tan hermosa, también.- le dijo y la acercó para darle un beso en esos labios que aún eran su perdición. 

Zoe lo besó, le encantaba hacerlo. 

Se separó intentando no hacer ruido y tomó la mano de Aaron con ternura.

-Vamos a dejarlos dormir un rato más. - le dijo con su habitual sonrisa. 

Salieron juntos y antes de cerrar la puerta volvió a mirar a su familia. No podía sentirse más agradecida. 

Carla les había cedido la custodia de Aaron, el niño por fin iba a la escuela y tenía muchos amigos. Su madre lo había visitado varias veces ese año, su espíritu libre no le permitía quedarse mucho tiempo, pero nunca dejaba de agradecer la hermosa vida que Noah y Zoe le daban a su pequeño. 

Zoe jamás había sido tan feliz, amaba su profesión, el refugio, las personas con las que trabajaba y, sobre todo, amaba a Noah y la familia que construían día a día juntos. 

Porque gracias a eso, incluso en los días más tormentos, húmedos y agobiantes, siempre era capaz de encontrar el sendero hacia su hogar, el sendero hacia su familia, el sendero hacia el amor que le había devuelto la confianza y la valentía que se necesita para atreverse a ser feliz. 

Miró a Noah una vez y sonrió llena de esperanza. 

Aquel era el único lugar en el que podría quedarse para siempre, siguiendo el difícil camino de la vida, por el único sendero que conocía.

-Un sendero hacia ti, amor. - pensó y antes de que la emoción alcanzara sus ojos, cerró la puerta para comenzar un nuevo día en su lugar en el mundo. 
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FIN.

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¡Espero que la hayas disfrutado tanto como yo al escibirla ❤!


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Un sendero hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora