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Emprendieron el camino hasta el refugio junto a Cassaí. Zoe continuaba preguntandole palabras en su idioma y las repetía con su acento, provocando varias sonrisas a sus acompañantes.
Llevaban algunas horas de caminata, cuando Noah sugirió que se detuvieran. Señaló una dirección diferente a la del sendero y se despidió de Cassaí.
-Segumos solos desde acá, gracias Cassaí.- le dijo
Apenas había hablado en todo el viaje. Su mente era un remolino que no terminaba de decidirse en qué dirección continuar. Los recuerdos de la noche anterior lo asaltaban con descaro y el temor por volver a salir herido amenazaba con gobernarlo.
Al darse cuenta de que el joven indígena se despedía, Zoe se apresuró a abrazarlo con cariño, logrando que se sonrojara. Si bien era algo menor que ella, no podía disimular que aquella doctora le había gustado y el hecho de que se aproximara de esa manera había resultado abrumador para él.
Noah volvió a sonreír, apretando las labios.
-No lo ilusiones al pobre Cassaí.- le dijo a Zoe mientras ella se separaba.
-¿Por qué? ¿Crees que se puede arrepentir también?- le disparó ella entrecerrando los ojos con exagerada altanería.
Noah suspiró y cerró sus ojos intentando controlarse.
-Sólo lo estoy saludando. No entiendo qué cosas raras imaginas- agregó continuando su camino.
Noah seguía cometiendo errores, sin encontrar las palabras. Cada minuto que pasaba todo parecía estar peor y no sabía cómo resolverlo.
Llegaron entonces a un nuevo claro de la selva. La vista era hermosa, las cataratas, algo más cercanas inundaban con el sonido de sus inmensas gotas el aire, el sol se colaba dibujando miles de arcoiris por doquier y el caudal del río era tan rápido como vertiginoso.
Zoe volvió a sacarse su mochila y se acercó al borde para disfrutar de aquella vista. Abrió sus brazos y cerró sus ojos como si pudiera abrazar aquella maravilla. Sus labios se curvaron hacia arriba y sus pulmones se llenaron de aquel aire mágico.
Noah volvió a disfrutar de su espontaneidad, pero sobre todo de su belleza. Aquel rostro alejado y feliz era hermoso. Sin más fuerzas para luchar se le acercó y se paró detrás de ella con el cuidado de no tocarla.
-No estoy para nada arrepentido de lo que pasó anoche.- le dijo casi como un susurro al oído.
Zoe, sorprendida, abrió sus ojos y en sus movimientos se pegó más su cuerpo.
Aún sin atreverse a mirarlo se animó a decirle.
-A mí me pareció lo contrario.-
-No estoy arrepentido. Lo disfruté y mucho. Ya te dije ayer lo hermosa que sos.- volvió a decirle, mientras su brazo se movió hacia adelante para abrazarla por la cintura y unir aún más sus cuerpos.
Zoe sintió su erección presionando entre sus glúteos e inmediatamente una humedad repentina la alcanzó. Su corazón se había acelerado y sus pezones erizados deseaba volver a pertenecerle.
Entonces sí giró su cabeza y sus bocas quedaron a escasos centímetros.
-¿Entonces qué fue lo que te pasó?- le preguntó luchando por no besarlo ahí mismo.
Noah cerró sus ojos, como si al no verla fuera más sencillo responder.
-Yo no puedo prometerte nada, Zoe. No sirvo para las relaciones, no puedo vivir en pareja. - sus palabras eran claras, aunque con sus gesto parecía estar dudando de ellas.
Entonces Zoe retiró el brazo que la contenía de manera brusca y se separó.
-¿Acaso yo te pedí algo?- le dijo una vez que recuperó una distancia prudencial con indignación.
Noah la miró sorprendido.
-Yo no te pedí ni promesas, ni pareja, ni nada. Si pudieras hablar en lugar de encerrarte en vos mismo tan solo con tus bufidos, sabrías que yo tampoco creo en las relaciones. No voy por ahi jurando amor eterno y mucho menos pidiéndolo. Fue sólo sexo, bueno, pero sexo al fin.- le dijo agitando sus brazos con elocuencia.
-¿Sólo bueno?- le preguntó Noah, algo indignado. Había sido el mejor sexo de su vida.
-Sólo sexo, Noah. Pero quedate tranquilo, no necesitas ignorarme o ser distante para que no vuelva a suceder. Podemos seguir siendo colegas y trabajar juntos sin problema.- le respondió volviendo a tomar su mochila.
-Yo no quise decir eso.- comenzó a decirle, pero al ver que ella negaba con su cabeza no continuó.
-Listo, pasemos la página. Sólo fue sexo y punto.- le dijo y antes de que él pudiera responder comenzó a alejarse para regresar lo antes posible a la casa.
La sensación de aquella cercanía aún vibraba en su interior y temía que aquel papel de chica indiferente se derrumbara. Si bien era cierto que no creía en las relaciones, con Noah todo parecía ser diferente. El sexo no sólo había sido bueno, había sido excepcional y cada día encontraba más fascinante su personalidad. Aunque eso, por supuesto, era algo que no estaba dispuesta a confesarle. Menos sí él no sentía lo mismo.
Debía dejar las cosas así.
Debía aceptar que aquello era todo lo que obtendría de él.
Debía, aunque todo su cuerpo le exigiera justamente lo contrario

Un sendero hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora