Como si existiera una especie de conexión invisible, con el amanecer del sábado Emanuel llegó al refugio junto a su mujer, su bebe de apenas 2 años y su cuñado, Sebastián.
Tenían unos días de vacaciones y habían decido visitar el parque una vez más.
Llegaron creyendo que sorprenderían a Noah y los sorprendidos terminaron siendo ellos. El hecho de ver a Carla, con algunas líneas nuevas en su rostro, puso en alerta a Emanuel, que en cuanto pudo, tomó a su hermano de brazo y le preguntó al oído conteniendo su estado de zozobra.
-¡No me digas que volviste con esta mujer!- le preguntó intentando disimular mientras Barbara, su mujer, saludaba al resto de los que allí vivían.
-No, pero tengo mucho que contarte.- le dijo con una expresión vulnerable que nunca había visto en su hermano.
De a poco el comedor se fue poblando y cuando Zoe llegó de la mano de Aaron, con quien se había quedado intentando atrapar un extraño insecto en un frasco, los recién llegados observaron aguardando una explicación.
El primero en romper el silencio fue Sebastián. Era un joven de apenas 26 años, había estudiado abogacía y recientemente se había distanciado de su novia. Llevaba el cabello corto prolijo, una especie de bigote fino, demasiado moderno, y sus ojos negros cuirosos, no tardaron en escanear el cuerpo de Zoe.
-Me habían advertido de lo hermoso del refugio, pero no me contaron acerca de sus habitantes.- dijo poniéndose de pie para ofrecerle su mano a Zoe, quien no pudo evitar que una carcajada se escapara de sus labios.
Noah casi se arroja sobre aquel recién llegado, pero su autocontrol le permitió apenas aniquilarlo con su mirada.
-Soy Zoe, la otra veterinaria del refugio, trabajo junto a Noah.- le explicó apenas tocando su mano a modo de saludo.
Aunque al ver la expresión de Noah casi vuelve reír.
-Y él es Aaron.- agregó Zoe intentando darle el pie a Noah para que le comunicara a su familia de su existencia.
Sin embargo, Noah no podía dejar de observar a aquel recién llegado y fue Carla la que habló por él.
-Que bueno verte de nuevo Emanuel, acercate a saludar a tu sobrino.- dijo con su voz pausada, como si estuviera informando el clima.
Emanuel se puso de pie con un movimiento brusco.
-¿Noah?- le preguntó a su hermano, creyendo que aquella mujer había construido una nueva mentira para volver a enredarlo.
Noah por fin volvió a la realidad.
-Si, Ema. Es cierto, te presento al niño más valiente que he visto en mi vida.- dijo y al ver la expresión del pequeño Pedro agregó:
-Tan valiente como nuestro querido Pedro, por supuesto.- dijo y ambos niños sonrieron con alegría.
Emanuel suspiró con seriedad.
-¿Podemos hablar a solas, hermano?- le preguntó y antes de que pudiera responder lo tomó del brazo para llevarlo hacia afuera.
El comedor se quedó sumergido en la tensión, nadie se atrevía a hablar y fue Lucía la que finalmente lo hizo.
-¿Alguien quiere tomar algo fresco?- preguntó y como si todos intentaran olvidar la escena acontecida, el murmullo intentó devolverlos a la normalidad.
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Un sendero hacia ti
RomanceZoe es una joven veterinaria que no suele permanecer mucho tiempo en el mismo lugar. Consigue un ansiado trabajo en la selva subtropical de Misiones y dejando todo lo que conoce atrás viaja para instalarse en un refugio de animales. Allí es recibida...