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Abrió sus ojos y el sol la obligó a cerrarlos de nuevo. Sintió un cosquilleo en sus pies y se obligó a levantarse. Apenas tenía una manta para cubrirse, el fuego se había consumido y su cuerpo le recordó algo dolorido la noche que había pasado.
Zoe sonrió mientras se sentaba en el suelo y pasaba su mano sobre sus pechos aún desnudos en busca de su ropa.
-Buenos días.- dijo con su habitual sonrisa, ligeramente más grande, cuando vio que Noah se cebaba un mate mientras miraba por la ventana.
Noah giró levemente y sus ojos fueron suficientes como para que ella se diera cuenta de que algo no andaba bien.
-Será mejor que nos apresuremos, parece que dejó de llover. - fueron sus palabras tan apáticas que comenzaron a enfadar a la joven.
Según recordaba, lo ocurrido la noche anterior había sido de común acuerdo y había resultado demasiado bueno. ¿Qué le pasaba entonces?
Se levantó lo más rápido que pudo y comenzó a vestirse dándole la espalda. El lugar era precario, no tenía ninguna habitación o cuarto de baño para escabullirse. Creyó sentir la mirada de Noah recorriendola pero se convenció de que era su imaginación.
Intentó repasar lo ocurrido en su mente en busca de alguna palabra o gesto que lo hubiera enfadado, pero las imágenes no eran menos que alucinantes. Sus manos, sus dedos, sus besos. Su barba rozando sus mejillas, su cuerpo. Aquellas explosiones de placer, como oleadas desestabilizantes. Sus tatuajes debajo de sus labios, sus músculos fuertes mientras la tomaban con determinación. Aquellos ojos verdes oscureciendo la mirada a medida que se perdía en su cuello. El contacto, las caricias y su boca desenfrenada. Tres asaltos tan agotadores como deliciosos. ¿Qué le ocurría entonces?
Se terminó de vestir y guardó sus cosas en la mochila. Se acercó para abrir la puerta y cuando pasó por su lado sintió como Noah eliminaba todo el aire de sus pulmones con fuerza. Si su mirada transmitía enojo aquel sonido se traducía en fastidio y eso era demasiado.
Se detuvo y arrojó su mochila adrede al piso. Se acercó con pasos grandes y poniéndose una vez más en puntas de pie enfrentó aquellos ojos colocando sus manos sobre aquel torso firme.
-Ya entendí. Estás arrepentido, no la pasaste tan bien como yo, no te gustó. Pero somos adultos y podemos comportarnos como si no hubiese pasado nada. Sólo te dije Buenos días, podrías haberme respondido.- Zoe hablaba sin dejar de mirarlo y sus manos, casi involuntariamente saboreaban aquel contacto, que presumía sería el último.
Noah la observaba sin sentirse capaz de reaccionar. Nada de lo que estaba diciendo era cierto. No estaba arrepentido, no la había pasado nada mal y sobre todo debía confesar que Zoe le gustaba demasiado. Aun que sí se estaba comportando como un idiota, eso era lo único cierto en sus declaraciones.
Se había levantado con aquel aroma frutal que comenzaba a serle necesario, Zoe lo abrazaba con su cabeza apoyada sobre su torso desnudo y él la envolvía con su brazo para que no se apartara. Había pasado la mejor noche de su vida, y no estaba exagerando.
En un principio creyó que el hecho de llevar varias semanas sin sexo hacían de aquel encuentro algo más de lo que en verdad era, pero luego de aquel primer asalto, Zoe había logrado volver a tentarlo no sólo una y sino dos veces más. Era tan pequeña a su lado que moverla le había resultado fácil, pero no por eso se dejaba manejar. Ella misma había tomado las riendas de aquel segundo encuentro llevándolo a las nubes con apenas roces y besos estratégicamente administrados.
Estaba perdido en aquellos recuerdos cuando pensó en Carla.
Todo pareció derrumbarse, una vez había confiado en una mujer y había resultado demasiado herido como para querer volver intentarlo. Zoe no era Carla, eso había quedado demostrado, sin embargo, aquel temor lo invadía al borde de paralizarlo. Se había levantado creyendo que ella lo haría también, pero al verla dormida sobre aquella manta, su instinto protector lo había llevado a volver a besarla. Ni siquiera aquel contacto la había despertado y decidió tomar eso como una señal. Se había vestido y había salido a caminar y buscar agua.
Luego de preparar un termo y un mate, miraba por la ventana intentando encontrar las mejores palabras para decirle cuánto lo había disfrutado, pero que aquello no debía volver a ocurrir. Entonces ella se había despertado y su voz, tan dulce y alegre lo había atravesado. Se había olvidado de que debía alejarla, deseaba volver a besarla, volver a hacerle el amor como la noche anterior y sin embargo, su miedo había hablado por él.
Ahora estaba otra vez ante él, con la yema de sus dedos dibujando el camino del deseo una vez más. Iba a aclararle sus errores cuando unos golpes en la puerta los obligaron a separarse.
-¿Doctora? ¿Está ahi? ¿Bien?- la voz de Cassaí, algo temblorosa, intentando hablar en español interumpió su duelo y fue Zoe, aun enfada, la que abrió la puerta impostando una sonrisa algo falsa en su rostro.
-Hola Cassaí. Estoy bien, al parecer necesitaba un príncipe que me rescate.- le dijo señalando a Noah a su lado.
-Sólo que se acaba de arrepentir de haberlo hecho.- agregó en voz baja, mientras volvía a tomar su mochila.
Noah, que la había escuchado perfectamente, tampoco pudo responder. Saludó a Cassaí en lugar de aprovechar aquella segunda oportunidad para sacarla de su error.
-Hola Cassai. ¿cómo están todos?- le preguntó en guaraní.
El joven le respondió que estaban todos muy bien y que la doctora había sido estupenda. No sólo había curado a los monos, sino que también había compartido con ellos la cena. Noah sonrió, la creía capaz de todo eso y mucho más. Entonces Zoe lo miró alzando sus cejas ¿Así que volvía a sonreír?, pensó indignada.
-¿Karajà ok?- le preguntó Zoe alzando sus pulgares. Creía haber escuchado la palabra mono en guaraní.
- Ok, ok.- le respondió Cassaí con una gran sonrisa.
Noah la miró anonadado, llevaba un día con ellos y ya podía entender algunas palabras.
-Ya te imaginaras que no podía estar un día entero sin hablar.- le dijo divertida a Noah al pasar por su lado.
Estaba enojada, pero no quería volver a los monosílabos y bufidos de su llegada, si quería olvidar lo sucedido iba a intentar hacerlo.
Noah la vio salir del refugio y su corazón volvió amenazarlo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Podía ser tan tonto como para dejar a alquien como ella?

Un sendero hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora