La pintura.

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-Tal como usted dijo, señorita, no hay un solo parecido entre los ancestros del señor Castañón y la niña.

Issac dijo poniendo sobre la mesa algunas punturas viejas del hermano del actual señor Castañón, junto con sus padres y algunos parientes lejanos. Todos tenían un característico color azul en el cabello, al menos todos los de sangre directa.

-Ya pensaba yo que me parecía sumamente extraño que de la nada aparecieran unos supuestos hijos, seguramente es alguna pobre casta que sacó de alguna alcantarilla para educarla y conseguir más poder.

Siguió diciendo el mayor, mientras acariciaba con frustración el puente de su nariz.

-Es más común de lo que crees, no me interesan en lo absoluto las razones por las que esta niña no tiene parecido con su padre, lo único que me importa es como puedo usar esto a mi favor... ¿El señor Esteban atendió mi llamado?

- Por supuesto, lo vi esperar en el pasillo antes de entrar.

-Que descortés, por favor, hacedle pasar.

Aquel hombre se levantó de su lugar y caminó hasta la puerta, para después llamar a dicho hombre, e invitarlo a pasar.

El señor de cabellos rubios y ojos esmeralda, de cuerpo delgado y rostro ligeramente ojeroso entró al lugar. Se dirigió de inmediato hasta donde estaba la mujer mayor y tomó su mano con delicadeza, para después dar un beso pequeño sobre la palma de esta.

-Es un placer vedla de nuevo, madam.

-Pienso lo mismo mesié, sentaos por favor.

Aquel hombre acomodó ligeramente el cuello de su camisa y suspiró, para después atender la invitación. Si lo habían mandado a llamar, algo debería estar pasando con su hija, lo cual no era para nada bueno, considerando su situación.

-Estoy aquí por la mala actitud de mi hija ¿No es así?

-En efecto, me temo que vuestra hija tendrá que quedase aquí más tiempo del esperado. Su conducta parece ir de mal en peor.

-Señorita, siéntase libre de implementar cualquier tipo de castigo que necesite, si con ello garantiza que saldrá más rápido de aquí.

Dijo pronunciando con la garganta las "r". Después de todo, él era francés.

-¿Rápido? ¿Pero cuál es la prisa?

Dijo la mujer de cabellos blancos al tiempo que hacía un gesto a su ayudante para que sirviera vino en una copa frente al invitado.

El hombre pasó en seco al ver el característico color rojizo oscuro del líquido frente a él, hacía tiempo que no podía deleitarse con un buen vino debido a su situación. Honestamente, lo necesitaba desesperadamente, el licor corriente que había estado bebiendo para despejar su mente, estaba empezando a asesinar su paladar.

No lo pensó y bebió de la copa como un hombre que no había probado gota de agua en mucho tiempo. Aquello no extrañó a la mujer, por el contrario, fingió estar distraída en otra cosa para que el francés no se cohibiera. De inmediato, el hombre con la botella volvió a llenar la copa.

Al cabo de unas cuantas copas más, el hombre por fin habló.

-No tenemos ni unaaa sola pizca de oro en mis reservas... mis tierras están muertas, todas. Estoy... a un paso de la quiebra. Mi única esperanza es esa niña...

Dijo el hombre con un ligero acento lento, mientras se llevaba una mano a la frente, para ocultar su mirada y, su vergüenza. La mujer frente a él sonrió, era justo lo que necesitaba escuchar.

-No me lo hubiera imaginado, pero no se preocupe demasiado, un hombre de su estatus conseguirá un buen matrimonio para su hija.

-No tiene caso, si no puedo pagar para que termine el curso, no podré aspirar a más que un matrimonio mediocre con una mala familia.

Hilo de Sangre. Primera Lección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora