-Prólogo-

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La única manera en que parecía enterarse de lo que ocurría en aquella casa, era escuchar a hurtadillas lo que se conversaba en la oficina de su padre.

Así que como cada que tenía oportunidad (específicamente cuando el servicio estaba muy ocupado realizando limpieza de las diferentes áreas de la propiedad), el menor de los Kim se posaba en cuclillas, con el oído pegado a la puerta, esperando captar cualquier información que le fuese de utilidad.

-Ya estoy viejo –fueron las palabras de su padre, quien al parecer se encontraba al teléfono-. Primero fue la muerte de la señora Kim, y luego la señora Kanemoto, y ahora tengo dos adolescentes a los que tengo que cuidar –su padre se tomó un momento para suspirar, antes de continuar-. Si he de ser honesto contigo, creo que lo mejor sería que mis hijos fuesen los que tuvieran que cargar con la responsabilidad de cuidarme a mí.

Un nuevo silencio. Lo que fuese había dicho la persona que se encontraba al otro lado del teléfono, debió haber sido muy gracioso, puesto que el señor Kim se encontraba ahora riendo.

-Confío plenamente en las habilidades de mis hijos –respondió el hombre-, pero respondiendo a tu pregunta, claro que tengo un favorito.

Se le encogió el corazón. Era él. Tenía que ser él. Sería el menor, pero estaba claro que su posición era mucho más ventajosa. No solo dentro de la jerarquía del clan Kim (donde su madre era la oficial, y la tal Kanemoto una simple amante), sino para los negocios de su padre, donde de un modo u otro a los japoneses se les seguía considerando inferiores.

Pegó aún más la oreja a la puerta (si es que eso era posible), y esperó.

-Yoshinori, claro está. Es inteligente, asusto, y tiene lo que se necesita para dirigir con mano firme, pero justa. ¿Junkyu?

El menor de los Kim pegó tal respingo, pensando que su padre lo había descubierto espiando sus conversaciones, aunque no tardó para darse cuenta de que finalmente su padre se encontraba hablando de él en aquella llamada telefónica. Sin embargo, lo que escuchó tampoco fue de su agrado.

-No negaré el chico es bueno, pero a comparación de Yoshinori, aún le falta. Además, se lo debo a su madre. La vida de Yoshinori en Japón fue dura, a diferencia de lo fácil que lo ha tenido Junkyu todos estos años. Creo que, después de la manera en que traté a su madre y lo negué a él, es lo menos que puedo ofrecerle. Creo nuestra mejor opción será retirar su veto de ilegitimidad cuando cumpla la mayoría de edad.

No necesitó escuchar nada más. Haciendo el menor ruido posible, Kim Junkyu finalmente se incorporó y dirigió a su habitación.

Aquello no era bueno. No iba a tapar el sol con un dedo, era obvio su medio hermano estaba mucho mejor capacitado para dirigir los negocios de su padre. La familia se había dedicado durante años a las extorsiones, compra y venta de información para los diferentes grupos de chaebols del país, así como sobornos a políticos y demás figuras importantes. Kanemoto había demostrado, desde el primer día que había acudido al colegio, que tenía madera para negociar con los hijos de aquellas personas importantes. Simplemente tenía que seguir con lo que había hecho desde los trece años, durante tres años más, y cuando cumpliese la mayoría de edad, en su vigésimo primer cumpleaños, entonces su padre podría simplemente heredarle todos los negocios familiares.

Pero claro estaba, su padre lo hacía porque lo veía con mucho más amor del prudente, para tratarse de negocios. El señor Kim olvidaba aquel repudio que se tenía a los mestizos. Especialmente en el caso de Kanemoto Yoshinori, quien era hijo de una amante desconocida. En el momento en que se supiera su verdadero estatuto de sangre, muchos de los negocios de los Kim se verían terminados. ¿Cómo era posible que su padre no lo entendiese? El dejar el control a un extranjero, así fuese su medio hermano, estaba condenando al clan Kim a perder todo lo que tenían. ¿Cómo era posible que su padre no entendiese que la única posibilidad de continuar con el legado Kim, era dejándolo a él hacerse cargo de todo?

Gang BerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora