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Se encontraba sentado en una de las mesas de la primera fila de la clase. Tenía la mejilla apoyada en la palma de su mano, y el codo en la mesa. Una expresión de ligero aburrimiento. Entonces, lo vio entrar al salón. No fue hasta que lo vio sentarse a su lado que dejó de apoyarse como estaba, y procedió a sentarse recto.

Cordialidad. Era momento de demostrar cordialidad.

-Watanabe Haruto –se presentó el chico nuevo, aquella mañana en clase de biología.

Su compañero de banca miró como le extendía la mano. Un saludo.

-Park Jeongwoo –respondió el menor de los Park, pero apenas le dio la mano a su compañero de banca, se apuró a soltarse. Según los rumores, Watanabe Haruto era cercano a Kim Bangjeon, por lo cual el hecho de que se hubiese decidido a sentarse junto a él esa mañana, no había sido producto de la casualidad. Quizá lo mejor fuese poner distancias.

Fingiendo no se había dado cuenta de la clara incomodidad del menor de los Park, y no estaban por tener un momento incómodo, Haruto preguntó:

-No es el primer año que tienes clase con estos profesores, ¿verdad? Quiero decir... ¿Sería mucha molestia si pudieses ayudarme con las clases?

A Park Jeongwoo no pudo evitar cruzarle el pensamiento de que el chico seguramente había escuchado él era el mejor de la clase, y buscaba utilizar aquella excusa como un motivo para ser cercanos. Fue aquello lo que ocasionó un nuevo pensamiento se formase en su mente. Después de todo, la cercanía podía tener sus ventajas.

-Ninguna–respondió el menor de los Park, haciendo su mejor esfuerzo por mantener un rostro inexpresivo-. También puedo prestarte mis apuntes viejos, si es que los necesitas.

Esa tarde, cuando regresó a casa, Kanemoto Yoshinori aventó la mochila al piso, y se dejó caer sobre la cama

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Esa tarde, cuando regresó a casa, Kanemoto Yoshinori aventó la mochila al piso, y se dejó caer sobre la cama. Qué rápido lo había echado todo a perder, y lo peor: sin darse cuenta. Durante años había tenido que vivir oyendo rumores extremadamente retorcidos y crueles: su madre había intentado chantajear al señor Kim, y él la había mandado matar para callarla. Su padre había abusado sexualmente de una mujer y para no ser juzgado ante la ley, había tenido que hacerse cargo del niño. Su madre era una prostituta que se había negado a abortarlo y el riesgo de tener sangre Kim fuera del control de la familia había sido lo que había obligado a su padre a adoptarlo. Su madre era...

Se preguntó por qué repentinamente los rumores apuntaban a la dirección correcta que era el tema de su media nacionalidad, y si podría mantenerlos como eso, un simple rumor sin fundamentos, hasta que se hiciese cargo de los negocios de los Kim, donde tendría el suficiente poder para mandar callar a cualquiera que dijese media palabra.

Sin embargo, ahora que empezaba a discriminársele por ser mitad japonés, parecía ser ahora todo mundo tenía un problema con la posibilidad de ser considerado para heredar los negocios de su padre. Y, por si fuera poco, también se encontraba aquel rumor sobre su relación con la Yakuza. Es decir, sí estaba involucrado, él y Watanabe Haruto, pero no de la manera en que los demás pensaban. Quizá, si tan solo se hubiese tomado la molestia de crear un trasfondo más realista para Watanabe Haruto no tendrían ahora ese problema.

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