En Corea, hay dos familias mafiosas que se comparten la plaza: Los Park y los Kim.
Sin embargo, con los recientes rumores de la llegada de la Yakuza japonesa, las cosas dejarán de ser tan pacíficas entre ambos clanes.
¿Qué familia tomará el mando?
-¡Voy a matarte! –se aventó contra Kim Bangjeon, con el puño en el aire, dispuesto a golpearlo en el rostro.
Sin embargo, el mayor de los Kim se agachó justo a tiempo, lo que provocó que Park Jihoon perdiese momentáneamente el equilibrio. Dándose media vuelta para enfrentarlo nuevamente, el mayor de los Park alzó una vez más el brazo para intentar golpearlo por segunda ocasión.
Una vez más Kim Bangjeon esquivó el golpe, y mientras el resto del colegio volvía a rodearlos para observar la pelea, esta vez fue el mayor de los Kim quien golpeó al mayor de los Park en el estómago, provocando Jihoon se quedase sin aire, y fuese relativamente sencillo el volverlo a aprisionar contra el suelo, incapaz de incorporarse.
-¡Voy a matarte! –repitió Jihoon, apretando fuertemente los dientes, aun agitando los puños en el aire, intentando golpear a Bangjeon.
-Hyung, basta –dijo Park Jeongwoo, hincándose junto a él, mirando a Bangjeon, el cual se limitaba a sonreírle a su hermano mayor, divertido.
-¡Te juro que si tocas a mi madre...! ¡Si le haces algo a mi hermano!
-Jihoon, cállate –espetó su hermano menor en un susurro-. Pueden escucharte. La prensa no se ha enterado. No hagamos correr rumores innecesarios.
-Hazle caso a tu dongsaeng, Park –dijo Bangjeon-. La discreción es tu mejor opción en estos momentos.
-Mamá está bien –insistió Jeongwoo, mirando a Bangjeon, como si estuviese recitando una excusa ya ensayada, aunque el mayor de los Kim no le prestaba la más mínima atención, ya que continuaba con la mirada clavada en Jihoon-, yo estoy bien. Durante el fin de semana no pasó nada.
-¡Cállate Woo!
-Solo estábamos enviado un mensaje –interrumpió el mayor de los Kim, encogiéndose de hombros-. Que seas consciente de lo que está en juego...
-¡No he hecho nada! –se defendió Jihoon, aun soltando golpes al aire, sin atinar a nada-. ¡Te hemos dejado en paz! ¡Tal como lo pediste!
-Exactamente –sonrió Bangjeon-. Es un mensaje para que no olvides lo que puede ocurrir si vienes por mí. Lo que puede ocurrir si te opones a lo que mi padre quiere para mí.
-No tenemos injerencia sobre las decisiones del señor Kim –dijo Jeongwoo a nadie en particular, aun hablando en aquel tono monocorde-, en lo único que podemos confiar es en que ambas partes sigan siendo amables, y no cruzar los límites establecidos que puedan dañar nuestra neutralidad.
-Me alegro alguien lo entienda –sonrió Bangjeon-. Ya te lo había dicho, ¿no? Soy un pacifista, Park Jihoon. Déjame ser un pacifista.
Le dio un nuevo golpe a Jihoon en el estómago, con lo que por segunda ocasión lo dejó momentáneamente sin aire, y con ello, Bangjeon aprovechó el momento para incorporarse, y poder alejarse de allí sin temer Park Jihoon lo siguiese para atacarlo por la espalda.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
