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-¿Puedo acompañarte a almorzar?

Park Jeongwoo no pudo evitar dirigirle una mirada severa. Haruto podía sentir que lo atravesaba. Sin embargo, pese a la frialdad de la mirada del menor de los Park, Watanabe continuó con aquella sonrisa que se sentía cálida y hasta cierto punto, inocente.

Park Jeongwoo no tuvo de otra más que encogerse de hombros, y así, los dos muchachos se dirigieron al comedor escolar.

Habían sido un par de semanas agotadoras. Watanabe Haruto se había sentado junto a él en todas sus clases, aquella no era la primera vez que le pedía almorzaran juntos, y Park Jeongwoo sabía perfectamente que no había sido casualidad se hubiese matriculado en el mismo club que él. Definitivamente lo estaba siguiendo. Lo estaba vigilando.

-Entonces, Bangjeon y Junkyu se encargan de pisarle la sombra a Jihoon, y a ti te tocó encargarte de mí –dijo el menor de los Park sin tapujos, una vez se sentaron a la mesa.

-¿Qué? –bufó Haruto, incrédulo-. Solo estoy siendo amable.

-¿De entre los veinte alumnos que somos en el curso, justo quieres ser amable conmigo?

-Bueno, si me permites decirlo, y sin ánimos de ofender, la gran mayoría no es amable contigo. Algo extraño, ¿no crees? –añadió Haruto, mientras tomaba un poco de arroz de su plato-. Dos semanas de clases y no te he visto conversar con nadie más del curso. O de la escuela, Prácticamente solo hablas con tu hermano. Así que pensé necesitarías un amigo, un confidente, y se me ocurrió que podría ser yo –concluyó de manera alegre.

Esta vez fue el turno de Jeongwoo de resoplar, incrédulo.

-Sí bueno, todos en el colegio saben el único que importará cuando se trate de tomar decisiones respecto a los negocios de mi familia, será Jihoon. Es él quien heredará todo. Así que no tiene mucho caso crear conexiones conmigo si al final del día yo no tengo ningún poder de decisión sobre los negocios familiares. Mi misión en la vida es limitarme a ver.

-El mejor lugar, si me lo preguntas a mí –sonrió Haruto, quien comenzó a comer animadamente, mientras que Park Jeongwoo seguía sin tocar si quiera su plato-. Cuando te toca sentarte atrás, siempre se tiene suficiente espacio para estirar las piernas. A veces lo mejor es simplemente no hacer nada y juzgar a los demás cuando metan la pata. La verdad es que, en este tipo de situaciones, a veces lo mejor es no involucrarse.

Park Jeongwoo se mordió la comisura del labio. A decir verdad, aquello era justo lo que él quería: Involucrarse. Haber nacido segundo y por ello no poder estar enterado de nada de lo que ocurría, le molestaba. El tener que recurrir a Bang Yedam para poder tener información de lo que pasaba dentro de su propia familia era insultante. Sin embargo, sabía no podía decir nada a aquel extranjero. Era demasiado cercano a Kim Bangjeon. Y Kim Bangjeon era alguien demasiado involucrado.

-Es una postura interesante –dijo finalmente el menor de los Park, finalmente sujetando los palillos-. Significa en ese caso que tú tampoco planeas involucrarte.

Haruto hizo una breve pausa para tomar de su coca-cola, antes de responder.

-Preferiría no hacerlo, sin embargo, el no involucrarme no depende de mí. Si ustedes vuelven a atacar, yo también tendré que defender a los míos.

Un nuevo silencio por parte de Park Jeongwoo. No sabía si Watanabe había soltado información a propósito para dejar en claro una advertencia, o había sido un simple desliz. Sin embargo, allí estaba, la confirmación de que de un modo u otro trabajaba para los Kim, su misión era proteger a Bangjeon, y aquello solo podía significar tenían una relación de maestro y subordinado, como sabía funcionaba la jerarquía de la mafia japonesa.

Gang BerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora