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Se encontraba absorto en sus pensamientos, analizando palabra por palabra de lo que Bang Yedam acaba de informarle, por lo que todo se ocurrió como una típica escena de película romántica adolescente.

Un segundo se encontraba caminando por aquel pasillo, al siguiente estaba dando la vuelta en la esquina, y uno más tarde había chocado con un chico bajito, de corto y puntiagudo cabello rubio, que daba la impresión de que el muchacho tenía un puercoespín en la cabeza.

Sus pies tropezaron. Guiado por la inercia (y debido a que el otro chico era pequeño y parecía no pesar nada), Bangjeon cayó hacia adelante, específicamente arriba de él. Tuvo suerte de reaccionar a tiempo y lograr poner su mano en la parte posterior de la cabeza de aquel chico, para que no se golpease contra el suelo. También tuvo suerte de poder doblar las rodillas, y no aplastarlo con su cuerpo. De no haber sido así, aquel primer encuentro hubiera sido por demás vergonzoso.

-Lo-lo lamento –dijo Bangjeon, al tiempo que sus dedos se deslizaban por entre aquel cabello rubio, y retiraba lentamente su mano-. No vi por donde iba.

-Ya somos dos –respondió el chico bajito, mientras el mayor de los Kim (aún con las rodillas temblorosas por aquel cercano encuentro) se dejaba caer a un lado, y así los dos se encontraban ahora sentados en el piso-. Aunque creo en mi caso más bien es, no sé a dónde voy.

Bangjeon lo miró ligeramente confundido, eso hasta que finalmente logró identificar porqué aquel muchacho se le hacía ligeramente conocido.

-¡Vas en mi clase! –dijo emocionado por su propio descubrimiento-. Eres el chico nuevo.

-Choi Hyunsuk –se presentó el chaparrito, extendiendo su mano, para presentarse formalmente.

-Kim Bangjeon –el mayor de los Kim respondió del mismo modo-. Entonces, ¿estás perdido?

-Intentaba llegar al comedor... -admitió el chico nuevo, en voz baja.

-Yo te llevo –se ofreció Bangjeon, y tras dar un salto para incorporarse, extendió su mano para ayudar a Choi Hyunsuk-. Iba para allá.

El rubio tomó su mano, y apenas dos segundos después ambos chicos se encontraban ya de pie.

-Gracias –fue todo lo que pudo responder.

-Gracias –fue todo lo que pudo responder

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Era el final de la jornada. La primera semana estaban libres de cualquier actividad extraescolar, por lo que apenas guardaron sus cosas en sus mochilas, la comunidad estudiantil en pleno se dirigía al acceso principal del colegio, dispuestos a marcharse a casa.

Watanabe Haruto formaba parte de aquel mar de gente. Con la mochila al hombro, caminaba con paso ligero. Varios compañeros de clase (cuyos nombres aún no se aprendía) le desearon un buen día, prometiendo verse al día siguiente, y se marcharon con paso veloz.

Vio a Kim Doyoung y Kim Junkyu sentados en una banca, conversando. Se apuró a desviar la mirada, al tiempo que fruncía el entrecejo. Nada de lo que aquellos dos estuviesen planeando era asunto suyo. A Kim Junkyu lo había visto apenas en un par de ocasiones. Con Kim Doyoung nunca había siquiera cruzado palabra. Su vínculo de amistad dentro del clan Kim se reducía a Kim Bangjeon y por lo tanto solamente debía rendirle cuentas a él...

Gang BerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora