𝟙𝟠. 𝔸𝕥𝕒𝕔𝕒 𝕪 𝕕𝕖𝕗𝕚𝕖𝕟𝕕𝕖

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📅 SÁBADO 18 DE FEBRERO DE 2023

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📅 SÁBADO 18 DE FEBRERO DE 2023

📅 DÍAS DESPUÉS

Carlos golpeaba su saco de boxeo una y otra vez. Era madrugada y al no poder dormir, había decidido descargar su frustración entrenando. Mañana partirían hacia Bahreim. Llevarían a cabo el último test de pretemporada, y a la semana siguiente sería la carrera. Durante ese intervalo de tiempo, debía realizar su trabajo para la Bratvá. Y maldita sea las ganas que tenía de hacerlo esta vez. Siguió golpeando repetidamente el saco intentando que nada nublara su mente.

El sonido de la puerta al abrirse le sacó de su concentración, y deseó que no se hubiera abierto, pues la tentación acababa de entrar por ella.

Karisa, y su escueto camisón de tirantes color negro, el cual sólo le tapaba algo más abajo del muslo. Lucía sus pies descalzos y su melena suelta se ondulaba en la espalda. Se le secó la garganta en cuanto la vio y su miembro le tironeó en los pantalones, pues el deseo que sentía por ella crecía a pasos agigantados y su autocontrol bramaba por desquebrajarse.

- Es tarde –le regañó ella entrando en el gimnasio- ¿por qué estás aquí?

- No podía dormir –le contestó quitándose los guantes. Los tiró en el suelo y le dio la espalda buscando la botella de agua con la que calmar su sed. Lejos de alejarse, la escuchó moverse por la estancia cada vez más cerca de él.

- Siempre quise golpear uno de estos –Karisa se refería al saco que aún oscilaba debido a los embites de Carlos- pero creo que no sería capaz ni de moverlo.

- ¿Quieres comprobarlo? –él se giró vaciando el contenido del botellín de agua y dejándolo a un lado.

- ¿Puedo? –preguntó la castaña algo ilusionada.

Carlos se acercó a Karisa y cogió una de sus manos. Estas eran suaves y pequeñas en comparación con las suyas. La yema de sus dedos acarició sus muñecas con mucha delicadeza provocando en la chica que un espasmo recorriera su cuerpo y tuviera que tragarse el gemido que quería salir de su garganta. Cogió los guantes poniéndoselos con firmeza. La giro hasta estar de frente al saco y puso sus manos en sus caderas.

- La mano derecha extendida –le explicó Carlos mientras ella la alzaba- una para atacar, y la otra para defenderse.

Una de sus manos la sujetaba de la cintura, mientras la otra la ayudaba a colocar las suyas de la manera correcta. Él le mantenía la posición para que su cuerpo no perdiera el centro. Karisa levantó su mano con decisión y golpeó el saco para darse cuenta de que era más duro de lo que esperaba.

- ¡Es difícil! –aseguró ella golpeando de nuevo- está duro.

- No más que cuando golpeas una cabeza –le aseguró él. Su boca buscó su oído hablándole en apenas un susurro que alteró todas sus terminaciones nerviosas- imagina que alguien es ese saco y golpea con todas tus fuerzas.

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