𝟞. 𝕋𝕠𝕣𝕞𝕖𝕟𝕥𝕒

1.1K 259 288
                                    

Carlos tomó su móvil desesperado y sintiendo como el corazón le latía demasiado deprisa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Carlos tomó su móvil desesperado y sintiendo como el corazón le latía demasiado deprisa. Abrió la aplicación y pulsó el botón de reconocimiento. La luz verde parpadeaba y mostraba la ubicación de Karisa. Estaba en la casa, concretamente en el dormitorio, pero, la realidad es que ella no se encontraba aquí. Era imposible que se hubiera quitado el dispositivo de rastreo. Era subcutáneo y apenas imperceptible para ella. Si, había sido un cabrón al ponérselo sin que lo supiera. Pero, así se aseguraba de que ella estuviera siempre a salvo.

Se llevó las manos a la cabeza imaginando miles de escenarios posibles. Un trueno resonó con fuerza en los cristales, y entonces lo escuchó. Un pequeño gemido. Algo que venía del suelo. Carlos se agachó iluminando con la linterna de su móvil el lugar. Y allí, debajo de la cama, hecha un ovillo, yacía Karisa. Se le partió el alma al verla en ese estado. Y sabía que él lo podía haber evitado. 

- Ei, chiquita, ¿Qué haces ahí? –le preguntó él con toda la dulzura que pudo. Lo hizo al ver su cara de auténtico terror. 

- La tormenta...me da miedo...estaba sola y...

Carlos sintió que era un cabrón. La había dejado sola, a las tantas de la noche para ir a buscar algo que no necesitaba. Ella aún estaba asustada. Aún tenía que adaptarse a su nueva vida, y él, en vez de ayudarla, se había largado porque no le había gustado el reproche con el que le habló.

- Ven Karisa. Vamos, sal. Hace frío y podrías enfermar.

Le tendió la mano y esbozó una pequeña sonrisa para intentar tranquilizarla. Ella cogió aire con fuerza y después de soltarlo lentamente, se asió a esa mano que tiró de ella con mucho cuidado para sacarla de debajo de la cama. Cuando lo hizo, un nuevo relámpago le hizo pegar un chillido y pegar su cuerpo al de Carlos.

Él puso sus manos en su espalda intentando transmitirle toda la calma y tranquilidad que podía, pero la tormenta se estaba desatando y ella estaba cada vez más asustada.

- Te diré lo que haremos Karisa –le dijo él apartándola un poco de sus brazos- iremos a mi habitación, me ducharé y tú mientras me esperarás en la cama con la luz encendida. Y cuando termine, nos dormiremos.

- ¿Quieres que duerma contigo? –le preguntó ella con un hilillo de voz. Y si, deseando dormir con él y no sola en ésta habitación. 

- ¿Quieres tú dormir conmigo? –ella asintió sin tener que pensarse nada. Carlos le acarició la mejilla con una pequeña sonrisa que consiguió tranquilizar a la muchacha- pues vamos entonces. 

Carlos se puso en pie y tiro de ella para que hiciera lo mismo y se levantara. Karisa lo hizo, pero, continuó abrazada a él. Salieron de la habitación cuyos rayos la iluminaban cada vez con más asiduidad. Con cada nuevo trueno, el cuerpo de la chica temblaba como si un látigo la estuviera azotando.

El madrileño abrió la puerta de su habitación y prendió la luz aún con Karisa sujeta a su cuerpo. La llevó hasta la cama, y lentamente, se deshizo de su abrazo para dejarla encima de las colchas.

NARDIÁNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora