Mi vida llega a volverse tan predecible y rutinaria, que llego a pensar que ya nada puede tomarme por sorpresa. Pero, vaya asombro que me llevo cuando la señora Farrington anuncia que ha llegado una invitación para toda la familia, y que requieren de nuestra presencia para una visita a la casa de campo de los Abott.
Una invitación bastante inesperada a mi parecer, pero claramente anhelada por los Farrington.
Aún desconozco varias cosas del mundo de estas personas adineradas. Pero, lo que si sé, es que los padres de mi madre no son nada cercanos a esa familia. No los he visto hablando ni una sola vez, por lo que no resulta demasiado lógico que hayamos sido añadidos a la lista de invitados.
Quizá soy demasiado ingenua con todos estos asuntos. Pero, para eso tengo a Rosalie, quien parece tener mucha más experiencia que yo en todo esto.
Ella me ha dicho que parece que todos nosotros, especialmente yo, somos la comidilla ahora mismo de toda la sociedad. Y, por supuesto, están hambrientos de nuevos chismes; necesitaban invitarnos para poder sacar mejor sus conclusiones, y para estar al pendiente por si alguna actitud nuestra consigue denotar el verdadero motivo del porqué hemos decidido integrarnos hasta ahora.
Claramente, la señora Farrington ha subestimado la ingenuidad de todas esas personas. Al parecer nadie se ha tragado el cuento de que todo este tiempo hemos estado viviendo juntos como familia. Por supuesto que tienen presente el escándalo de mi madre huyendo. Y dudan que yo provenga de un padre con un apellido honorable.
Intento darme ánimos pensando que pasar unos días lejos de la ciudad, en medio de la tranquilidad que ofrece la naturaleza, será emocionante. Pero en realidad sé que no del todo.
De alguna manera, es volver a lo mismo; a las mismas pláticas tediosas y vacías. A las miradas que de frente prometen ser cordiales y amables; pero que detrás sólo están llenas de intriga.
Es como si todo el mundo usara una máscara bien adornada, que pretende esconder la verdadera naturaleza repulsiva y horrenda que cada uno guarda en lo más profundo de sus entrañas.
Y no consigo soportarlo.
Me siento vacía, como si hubiera muchísimo ruido al rededor, pero no llegara a escuchar nada en particular.
Es como su estuviera suspendida en el espacio, como ida. Es como si montara un personaje en una obra de teatro, a quien todos observan sólo para juzgar y sacar conclusiones erróneas.
Es como si fuera una especie de espectadora. Sólo observando y sonriendo cuando aparece alguien. Pero sin sentir nada.
Estoy rodeada de riquezas y con todo lo que alguna vez imaginé, pero al asecho de los vuitres que sólo miran en busca de lo que pueden conseguir de mí, para arrancar todos los secretos que están escondido, sólo para obtener algo con qué entretenerse.
Todo esto, cada día viviendo aquí, es como si estuviera carcomiéndome. Absorbiendo toda mi esencia, hasta dejarme completamente vacía por dentro.
Y ni hablar de mi madre.
A primera vista parece que es feliz, que de verdad disfruta estar de vuelta. Pero la conozco, y cada vez que la veo, noto esa pizca de añoranza en su mirada. Sé que, aunque no teníamos lo mejor, ella se sentía libre, fuera de la jaula, y a gusto con nuestra vida en Bloomsbury. Era un ave libre, que ahora vuelve a ser aprisionada, para no volver a volar nunca más.
Y sé que a mi padre también le partiría el corazón ver que ha desaparecido esa alegría que la caracterizaba.
En verdad que llega a llenarme de angustia pensar que así será el resto de mi vida. Que estoy condenada a estar rodeada por un denso mar de falsedad e hipocresía, que va hundiéndome de a poco, tomándome entre sus espesas olas y jalándome a lo más profundo hasta conseguir ahogarme.
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Perfectos desconocidos
RomanceLos rumores son terribles y crueles, pero la mayoría de ellos son ciertos. O eso es lo que dicen. Nadie lo comprendería, todos juzgarían sin molestarse en buscar la historia detrás. Sólo se centrarían en el escándalo que significa una situación así:...