Austin no vuelve a poner un solo pie en el resto de la noche. Lo sé porque, a pesar de estar acostada, paso despierta buena parte de la madrugada; inquieta dando vueltas, y porque Rosalie me lo confirma temprano cuando le pregunto por él.
Duele mucho más de lo que alguna vez podría llegar a explicar con palabras. Es una sensación de desprotección y desapego que sólo trae consigo el abandono.
Me ha abandonado.
Es lo único que pienso. Hora tras hora. Día tras día.
Noto que el corazón se me estruja de sólo recordarlo, y saber que es verdad.
No sé cuando volverá, o si siquiera piensa hacerlo.
Es como vivir un déjà vu, de meses atrás, cuando él se había ido y me preguntaba lo mismo. Si acaso él pensaba en volver conmigo.
Eso, es lo que me tiene tan mal, porque es como revivir una de las peores épocas en mi vida.
Trato de manejar la soledad lo mejor que puedo. Pero es como si el dolor comenzara a volverse a adherir a mí, como una oscura capa sobre mi cuerpo, que se expande por dentro, adhiriéndose a las fibras de mi ser, negándose a soltarme.
Y en verdad que no consigo soportarlo, mucho menos combatirlo. Es como si cada vez comenzara a acabar conmigo de apoco; desgastándome, dejándome sin energía, y sin ningún espacio dentro de mí donde pueda habitar algo similar a la alegría.
No queda ni una sola pizca en mi corazón de felicidad. No a pesar de que Rosalie trata de animarme, pasando todo el rato conmigo, insistiéndome que salga o que invite a mi madre o Josie para tomar algo.
Pero la respuesta que le doy siempre es la misma:
No estoy de humor.
De apoco voy dejando de salir al jardín y sólo tengo ánimo de quedarme en la habitación el resto del día. En la cama, durmiendo casi todo el tiempo, sin energia ni ánimos para hacer algo más. Queriendo dormir tanto como pueda, para tratar de alejarme de esta pesadilla.
Porque, la única persona a la que quiero a mi lado, está lejos, sin querer verme, con asuntos mucho más importantes.
A estas alturas, inclusive con alguien más que pueda consolarlo y satisfacer todas sus necesidades. Darle todo lo que yo no puedo. Por fin estará con quien siempre ha amado, con la que siempre ha sido dueña de su corazón.
Me limpio la cara con las manos, mientras las gotas calientes me bajan desde los ojos hasta las mejillas. Me hago un ovillo, buscando alguna clase de consuelo. Porque en el fondo sé que él está con ella, que sólo me ha usado y ha vuelto con quien siempre ha querido tener una relación seria.
Que ahora, llega a casa de ella, o quizá a su departamento de soltero que está en la ciudad, y pasa toda la noche con ella. Tocándola, y amándola como solía hacerlo conmigo.
Irónico. Ella me acusaba de que él sólo estaba repitiendo conmigo todas las vivencias que tuvo con ella, y ahora es todo lo contrario.
Quizá consigan fugarse, empezar de nuevo en otro lado. Y él sólo se habrá olvidado de mí, como si no hubiera sido más que una pieza desechable en su tablero.
Era tan claro. Desde el momento en que la vio esa noche en la ópera, no tenía que decir una sola palabra para dejar en claro que terminaría eligiéndola a ella.
Salgo de mis pensamientos al escuchar que tocan la puerta. Ni siquiera volteo, porque sé que es Rosalie.
—Señorita —escucho su voz—. La señora Weston ha pedido verla, dice que ya se va. Quiere despedirse.
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Perfectos desconocidos
RomanceLos rumores son terribles y crueles, pero la mayoría de ellos son ciertos. O eso es lo que dicen. Nadie lo comprendería, todos juzgarían sin molestarse en buscar la historia detrás. Sólo se centrarían en el escándalo que significa una situación así:...