Su madre la mira, y luego a mí, y otra vez a ella. Parece incómoda, más por el silencio que ha comenzado a invadir al lugar.
—Saldré un rato —nos avisa—. Estaré en el jardín por si necesitan algo.
Asiento con la cabeza, al igual que Brie. Nuestros ojos se encuentran, pero ella agacha la mirada.
Su madre sale, dejándonos solos. Y, muy a pesar de haber estado preparándome para este momento, las palabras huyen a mi boca. Mi cerebro se queda sin ideas.
Trago. Ella se cruza de brazos. Se mira los pies, y después se atreve a levantar la mirada.
—¿Qué haces aquí? —pregunta.
Sigo sin atreverme a decir nada. Sólo extiendo el ramo. Ella me mira, y se atreve a dar un paso. Toma las flores, y se las lleva a la nariz, cierra los ojos. Es mi oportunidad para quedarme cerca. La miro, me quedo plantado en mi lugar como un árbol.
—Brie... —comienzo, ella me mira—. Oye...
Me mira, esperando a que continúe. Parece que también tiene muchas cosas que decirme.
—¿No estuviste con Adeline? —me corta de pronto.
Sus palabras me dejan confundido. Bastante aturdido. Aun así, niego con la cabeza.
—No —frunzo el ceño—. No, como te dije... sólo necesitaba tiempo a solas. Pero jamás me atrevería a engañarte. Soy un hombre de palabra, y te juré siempre serte fiel. Tendrías que saberlo.
Ella me mira, buscando encontrar si estoy diciendo la verdad. Encuentro algo de alivio al notar que parece creerme. De verdad parece hacerlo.
—Entonces, ¿por qué estaba ella en tu departamento? —se atreve a preguntar.
—Quería buscarme. Supongo que revivir lo que había entre nosotros, pero no lo permití.
Sus ojos siguen mirándome, noto que traga. Aparece la tristeza en su mirada.
Y ahora, al tenerla de frente, y mirarla con atención a los ojos, consigo descubrir lo que ella me ha estado pidiendo con tanta urgencia en silencio.
Quiere que hable, que dé el primer paso. Que me sincere. Y ante eso, mi lado cobarde quiere salir, pero me obligo a tragarme la cobardía. Y hacerle frente a todo esto de una vez por todas.
—Lo siento —digo, y ella de alguna manera parece sorprenderse con mis palabras—. Lo siento Brie, por haberte dejado sola, haberte lastimado y no haberme dado cuenta de lo mucho que me necesitabas. Me alejé creyendo que estaba haciéndote un bien. Pero la verdad es que lo hice por miedo, porque no quería enfrentarme a esto. A este problema. A nuestros problemas —doy con cautela un paso hacia ella, surge un atisbo de esperanza al ver que ella no intenta retroceder o apartarse—. No quiero volver a cometer los mismos errores, encerrarme en mis problemas, excluirte, y en el proceso alejarte y abandonarte. No estaba pasándola nada bien, no después de lo que dijiste del bebé. No supe digerirlo bien, y me siento terrible porque ni siquiera intenté ayudarte con eso que también te estaba afectando, no te estaba viendo. Y...
Ella se aproxima más, sólo otro poco. Pone las manos en mi pecho, como con duda. Pero no se aparta, tan poco sus ojos, que brillan de una manera tan peculiar, tan especial.
—Yo... —me corta—. También lo lamento, por pedirte demasiado... —agacha un instante la mirada—. No he sido justa contigo, y no estoy libre de culpas. También hay muchas cosas que no te he dicho.
El corazón me late con fuerza, esperanza, y sé que ella lo siente, lo siente sobre la palma de su mano. Siente mi amor latiendo por ella, la intensidad de mis sentimientos por ella, y la abrumadora sensación que sólo ella me produce con sólo mirarla a los ojos. Porque lamento no haberme dado cuenta antes, ni tenerlo tan claro cuando Adeline entró de nuevo a mi vida. Pero, sé que Brie es la única. La única mujer para mí. Es la única a la que amo y amaré.
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Perfectos desconocidos
RomanceLos rumores son terribles y crueles, pero la mayoría de ellos son ciertos. O eso es lo que dicen. Nadie lo comprendería, todos juzgarían sin molestarse en buscar la historia detrás. Sólo se centrarían en el escándalo que significa una situación así:...