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El aire matutino al cual estaba acostumbrado Leo, era otro durante aquel apocalipsis, ya que solía despertar pensando que todo fue un sueño, pero no. Esa noche, sin embargo, lo que podría serlo, se convirtió en un auténtico horror. Leo había soñado que se hallaba en el instituto junto a David Bowie, éste le estaba convidando Coca Cola en un bar al aire libre, en medio de un Café-Concert, pero un grito hizo que éste se despertara. Melanie estaba gritando en ese momento, de una forma tan fuerte que despertó a media colmena. Leo pensó en taparse los oídos, pero para él fue mejor la idea de tranquilizarla. Él se acercó a Melanie, y le dio un abrazo.

—Tranquila —dijo Leo— ¿Qué ocurre, Mel?

—La mujer —farfulló Melanie—, ella me dijo.

—Tranquila... —dijo Leo.

—Una mujer de blanco —explicó Melanie—, me dijo que siga a las arañas. —agregó. Leo se quedó deseando que de verdad fuese una mala parodia de Harry Potter, pero parece estar hablando en serio.

En ese momento llegó Diego con un café express cargado en una bandeja de hierro, otorgándoselo a Melanie.

—Tome, quizás le ayude a sentirse mejor. —dijo Diego.

Melanie agarró el café y bebió un sorbo de éste. Su sabor amargo hizo que hiciera una mueca, pero poco después se comenzó a sentir mucho mejor; el sueño se le había ido por completo, y se levantó de su saco de dormir. Leo se levantó tras ella de un salto, y ambos se miraron. Sergio se había levantado un poco después que ellos, y su primer gesto fue servirse una copa de vino tinto Cabernet Suavignon de una botella que se hallaba encima de la mesa. Leo tanto como Melanie se acercaron a Sergio.

—Che, ¿sabés que Melanie tuvo un mal sueño? —dijo Leo.

—No sabía —dijo Sergio—, ¿Qué soñó?

—Con una mujer de blanco que le decía algo sobre arañas. —explicó Leo.

—¡No me digas que soñó lo mismo que Jessica antes de morir! —exclamó Sergio; Melanie asintió con la cabeza mientras hablaba Leo:

—Ya no es una justificación el hecho de que Jessica pasó por un evento traumático.

—¡Y... viste! —repuso Sergio.

Leo asintió con la cabeza, y asumió como si hubiese entendido aquello que Sergio le quiso decir en ese instante.

—Y... sí. —añadió Sergio, pretendiendo que Leo le entendía.

—Ehmmm, ¿Hoy no tenemos que ir a la Zona Portuaria? —inquirió Leo.

—Sí, y no sabremos qué nos encontraremos allá. —replicó Sergio...

Tren sin destino © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora