Aquella noche pasó de estar nublada a la caída de chubascos, la cafetería se hallaba cerrada y oscura por fuera, casi como una casa fantasma, pero por dentro resultaba estar más viva que un bar de antaño, en los cuales se sentaban los viejos borrachines a beber mientras se escuchaba a Elvis Presley en pleno auge del Rock n Roll. Aunque la música era casi inexistente, debido al intento de ahorrar energía, se podía sentir el olor a cerveza incluso estando en la puerta. El bullicio por fuera casi no se oía, puesto a que ésta presentaba cortinas metálicas con el fin de evitar que los bichos puedan ver hacia dentro, a lo que fácilmente podía camuflarse.
Leo había regresado a la cafetería, y dejado todas las espadas en la mesa del bar, cuando Juan lo encontró junto a Melanie. Juan se llevó todas las espadas al almacén; sabía que con ellas podía enviar a nuevos miembros a expediciones para investigar los alrededores con el fin de encontrar cosas importantes. Leo estaba abrazando a Melanie por detrás del cuello y parecía que a Luz no le gustaba verlos así. Leo no la había visto, en absoluto la vio cuando ella pasó caminando a su lado haciendo un gesto de asco.
—Bien —dijo Leo—, espérame un momento, Mel. Yo voy a hablar con Sergio acerca de algo importante. —agregó.
—De acuerdo —repuso Melanie—, yo te espero aquí.
Leo se fue hacia dónde estaba Sergio, quien estaba hablando con la señora Norma y continuando el debate acerca de lo que Dios significaba, cuándo Leo le tocó el hombro.
—Un momento, Sergio —dijo Leo—, necesitamos hablar.
—Va —replicó Sergio, volteó a ver a Norma—, ahora vengo.
Sergio avanzó junto a Leo hacia un lado de la cafetería, mientras todos cenaban.
—¿Qué hacemos con la niña esa? —preguntó Leo.
—Hay que indagar más sobre su origen —agregó Sergio—, después de todo, creo que aquello que leímos sobre la luz y la oscuridad tiene algo que ver. Recuerda que Melanie soñó con una mujer de blanco, al igual que Jessica antes de fallecer. Quizás esa es la respuesta.
—Sí, pero recordá que la pendejita esa tiene un poder de otro mundo —señaló Leo—, al menos hace hablar a una marioneta, y la hace andar sola. También transformó a todos los humanos que se hallaban, aunque sea en la superficie, en bichos gigantes. Además pueden saber qué pensamos en todo momento.
Leo hizo énfasis en los poderes que la reina, tanto como en los de los seres arácnidos que aterrizaron en esa dimensión, quizás en la gran escalera que provenía del cielo, a la cual le llamarían «Escalera de Jacob», aunque realmente sea un portal que llevaba a una dimensión aleatoria. ¿Quizás meterse ahí podría ayudar a solucionar el problema, o sería imposible para un humano como él entrar en un lugar con una escalera hecha de nubes? Quizás lo sea, pero de alguna forma se tendría que ganar a la niña araña —apodo que le puso Leo—, ya que de esa forma volverían al mundo a la normalidad, aunque, teniendo en cuenta que las arañas fueron humanos, haya gente muerta.
—¡Déjame!
Leo escuchó un grito que le sonó familiar, y era de Melanie. Luz la había empujado, y ella estaba pidiendo que la deje tranquila. Luz saltó sobre ella y la tomó del pelo, pero Melanie le pegó un puñetazo en la cara. Ella cayó al suelo, sin embargo, se levantó nuevamente para asestarle una patada, la cual Melanie la esquivó. En ese momento apareció Juan, intentando tranquilizarlas.
—¡Ella empezó! —exclamó Melanie—, me empujó, le dije que me pida disculpas y me lanzó al suelo. —agregó.
—Tranquila —dijo Juan—, voy a hablar con ella tranquilamente, a ver si soluciono el problema...
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Tren sin destino © ✔️
TerrorAlgo acecha a los pasajeros del tren desde las penumbras tras las ventanillas, y poco a poco ellos observarán a la muerte a los ojos. En el subterráneo de Buenos Aires, Leo volvía a su casa después de una larga jornada de trabajo, cuando por algún m...