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El café de Marco se encontraba en una etapa muy crucial, ya que dentro del mismo los bandos se comenzaron a dividir. Por un lado, se hallaban los que se hallaban del lado del sistema que había, y por el otro, aquellos que se encontraban en contra, y que buscaban mantener la situación en dónde estaba. Fernando, el líder de la oposición, repartía panfletos en la entrada a cualquiera que ose entrar al mismo, sin embargo, Leo lo rechazó; no tenía tiempo para estupideces, además de que confiaba en el sistema de Juan. Tampoco lo aceptaron ni Sergio, ni Melanie, y tampoco Francisco. Al entrar, se toparon con Norma, quien llevaba a ristre La Biblia, y predicaba su evangelio a todo aquel que se cruzara ante ella. Leo colocó a Francisco en una de las sillas, y levantó su pierna sobre otra.

—¡Tenemos un herido! —gritó Leo— ¡Un herido en nuestra colmena!

Inmediatamente todas las personas de ahí rodearon a Francisco, con un ademán de curiosidad y morbo de saber qué estaba pasando. Juan se halló entre ellos.

—¿Qué sucede? —preguntó Juan.

—Éste hombre tiene un corte en la pierna; y parece muy profundo. —dijo Leo.

Juan en ese momento lo notó, entonces volteó a la multitud.

—¿Alguien acá es médico? —preguntó.

—¡Yo! —Alguien respondió, era Osvaldo—; Yo soy médico. —afirmó.

—Tenemos un herido —exclamó Juan— ¿Crees que podrías con él?

—Yo creo que sí. —asintió Osvaldo. Entonces él se acercó a Francisco. Tenía un tajo en la pierna que le llegaba desde la rodilla hasta el talón, sin embargo, Osvaldo iba preparado... 

Tren sin destino © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora