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Leo había ayudado a Diego y Juan a eliminar el polvo del almacén en su interior más profundo, pasándole con una gaza y un poco de Blem a las estanterías de esa zona. Otro grupo expedicionario parece haber salido durante la noche, ya que ese mismo día apareció un generador eléctrico dentro del edificio. Leo contempló el mostrador de la cafetería y un papel que decía «Café de Marco» en el mismo. En el papel mostraba el número del lugar, al cual si tenías un celular podías llamar; pero los celulares en ese momento ya no tenían ningún tipo de señal para acceder a internet y tampoco para llamar a nadie. Leo sentía que echaba de menos su época pasada, pero al menos había logrado algo; conoció a Sergio y Melanie; ya no estaba tan solo como en su época universitaria. A veces, él se preguntaba cuál sería el pasado de Sergio, ¿cómo consiguió tener su familia? ¿Y sus amigos? En la actualidad, él era un hombre con desganas de vivir. Sergio, ese mismo día, después de la pregunta, le contestó que hizo el servicio militar y trabajó en una aduana durante parte de su juventud. La otra duda que les quedaba era, ¿cómo se formó tan rápido las colmenas de supervivientes? Entonces se dirigieron hacia Juan, el líder.

—Hola, Juan —dijo Leo— quería preguntarte una cosa.

—¿Sí? —repuso Juan.

—¿Cómo se formó la colmena? —preguntó.

—Bien —dijo Juan—. Antes, nosotros, los fundadores de las doce colmenas, éramos compañeros de la universidad; solíamos usar un Walkie-Talkie como tradición del club de lectura de la misma. —explicó.

—Entiendo.

—Todo esto nos agarró regresando de la universidad —musitó Juan— solamente quedamos unos cuantos de la misma, tengo entendido.

—Yo tengo muchos recuerdos de la universidad —dijo Leo—, yo formaba parte de la fraternidad Lápices y Libros, en la Universidad de Alem.

—Yo iba a la misma —replicó Juan—... claro, antes de todo esto. ¿Qué opinas del C.S.E (Centro Socialista Estudiantil)?

—Opino que eran un desastre —respondió Leo—, debería de haberse llamado Centro de lavado de dinero, por tantas irregularidades. —agregó.

—Una vez, los rectores les dieron la plata para comprarle a los alumnos la libreta estudiantil —explicó Juan—, pero nunca llegaron; nadie sabe en qué se gastaron la plata. Esa cosa era obligatoria, y muchos no la tuvieron hasta años después, cuando la misma universidad las pagó.

—Eso era una mierda —protestó Leo—, realmente son enviados del gobierno para hacer su basura política en las universidades. No es de extrañarse el hecho de que una vez fueron a mi salón cuando aún estaba en ella, y repartían panfletos del kirchnerismo radical.

—En el mío hicieron lo mismo —aseguró Juan—, definitivamente tenían mal gusto. Yo fui vocero de una marcha en contra de esa escoria universitaria; lamentablemente los rectores nunca nos escucharon, y siempre hacían oído sordo a las quejas.

Juan se acomodó en la mesa, y señaló una de las sillas para que Leo se siente, y éste lo hizo.

—¿Viste? —dijo Juan—, Vota bien —imitó—. Pura basura...

Leo asintió y se le sumó Sergio, tanto como Melanie.

—Yo en Venezuela no tuve la oportunidad de entrar en la universidad —dijo Melanie—, por algo vine aquí. Maduro y su socialismo fue un asco total. Emisión monetaria, la moneda está devaluada en países que usan ese sistema.

—Sí —dijo Sergio—, nuestra moneda estaba más devaluada que cualquier cosa que se te pueda ocurrir.

—Bien —dijo Juan—, ¿ustedes hoy saldrán a investigar? —preguntó.

—¡Claro! —respondió Leo—; ya empezamos a hacerlo, y no podíamos frenar tan pronto.

—Yo pronto tengo pensado en crear un sistema monetario dentro de nuestra colmena —explicó Juan—, va a ser libre.

En ese momento tanto Sergio como Melanie, quienes estaban distraídos, voltearon a ver al chico con un ademán de sorpresa.

—¿En serio?

—estamos teniendo mucha entrada de supervivientes, y no quiero que haya peleas por los recursos; más sabiendo que nos cuesta mucho encontrarlos —argumentó Juan—, y el sistema liberal es el mejor que puedo elegir. Siempre los países liberales prosperaron, mientras que los que tiraron al comunismo fracasaron. Por ello es que nuestro país iba mal; aunque no sé si puedo decir que ahora le va mejor o peor.

—Eso es cierto —señaló Leo—, bien, yo siento que me gusta tener una colmena liberal. —aseguró.

—En efecto —comentó Juan—, ya dejaré una economía perfecta en nuestra colmena para cuando haya elección de líder. Eso sí, espero que sepan elegir bien, ya que yo no voy a postularme.

—¿Y cuándo será eso?

—El año que viene —replicó Sergio—, o eso oí.

—Sergio tiene razón —aseguró Juan—, si esto sigue así, entonces serán el año que viene. Con el cómo vamos investigando, seguramente descubriremos muy pronto el origen de esos bichos y cómo exterminarlos.

Tren sin destino © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora