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De forma repentina, Leo dejó de pensar. Todas las arañas se habían acumulado en un punto de la habitación; uno de los lados. Ahí mismo, él logró hacerles creer que se había puesto violento, e hizo confundir la realidad con aquello que él pensó. El grupo se hallaba en las escaleras, y Leo bajó con ellos. Las arañas eran muy grandes como para pasar por las escaleras, así que tendrían que salir y cubrir las entradas. Ellos bajaron todos los escalones, y llegaron a la planta baja del edificio. Como Leo supuso, todas las arañas se encontraban en las puertas. Las salidas fueron nuevamente bloqueadas por ellas. Leo tuvo, en ese momento, una idea que se le pasó por la cabeza. En el edificio había un estacionamiento, por el cual podían salir.

Tren sin destino © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora