Ya habían terminado de entregar el último Walkie-Talkie, cuándo se hallaban caminando por la zona de Avenida Corrientes hasta la calle Libertad. En ese momento, escucharon un grito a lo lejos. El mismo provenía desde la plaza Lavalle, frente al Petit Colón. Leo sabía que si no iban a ese punto, no se lo perdonarían si es que eso puede ayudar a alguien a sobrevivir, en especial si era de una de las arañas. Corrieron por la calle Libertad hasta el Petit colón, y frente a ellos hallaron a un arácnido mediano de color oscuro. Era similar a los del Farmacity, pero esta vez no se encontraba en grupo con ningún otro, sino que iba solo. A ese tipo de arácnidos les llamaron Veloces, porque eran más pequeños pero rápidos. En ese momento se dieron cuenta que tras él encontraron a un hombre de unos treinta y tantos años, herido de una pierna, tumbado en el suelo mientras el veloz amagaba contra el mismo, amenazando con echarle una mordida. Leo inmediatamente desenvainó su espada.
—Vamos, al ataque. —instó Leo.
En ese momento Melanie y Sergio le siguieron, aunque el último no tenía tanta movilidad, al menos podía atacar con la misma. Lo único malo es que al no contar con revólveres tendrían que acercarse a la misma; y por algún motivo no los encontraban, además de la problemática que sería el hecho de tener que lidiar con un arma que necesita ser recargada para poder actuar. Leo se acercó lentamente al veloz, junto a Melanie y Sergio, quienes le hacían de segundos atacantes. El hombre soltó otro grito, ésta vez más fuerte, pidiendo ayuda en el mensaje del mismo.
—¡AYUDA, ALGUIEN! —gritó el hombre.
Leo, entonces, saltó atrás para clavar la punta de la espada en la espalda del veloz, pero éste se movió por encima del hombre hacia el otro lado, sin siquiera morderle. Volteó para hacer un ruido un tanto espeluznante de enojo, el cual fue dirigido hacia ellos.
Leo estaba en posición de ataque, al igual que Melanie y Sergio, el arácnido estaba mirando hacia ellos mientras rugía...
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Tren sin destino © ✔️
TerrorAlgo acecha a los pasajeros del tren desde las penumbras tras las ventanillas, y poco a poco ellos observarán a la muerte a los ojos. En el subterráneo de Buenos Aires, Leo volvía a su casa después de una larga jornada de trabajo, cuando por algún m...