—¡Vení! —ordenó Sergio mientras señalaba el techo del lugar. Leo observó poco a poco lo que parecía un cuerpo humano colgado en él; era Jessica.
—¡Oh, Dios! —exclamó Leo mientras sentía que la sangre se le helaba completamente.
—No puede ser —dijo Sergio—, tenemos que llamar al resto de la colmena.
Tras ellos llegó Jorge Musa, frotándose los ojos con un ademán algo cansado. En su dedo anular llevaba un anillo dorado y varias cadenas en el cuello; quizás se daba a entender que era un vendedor callejero en Once, y su apellido era proveniente de Nigeria.
—¡Madre de Dios! —exclamó Jorge al levantar la vista hacia el cadáver—; Oh no... ¡JEFE! —llamó con un grito.
Juan se acercó en un andar bastante lento y agotado; estuvo durmiendo plácidamente, aunque debido a que tomaba Risperidal, solía levantarse mucho por la noche con algunos mareos.
—¿Qué pasa, Jorge? —carraspeó Juan con una voz tosca y rasposa a medida que se acercaba lentamente— ¿Alguna urgencia? ¿Se metió un bicho en nuestra colmena? —agregó para poco después elevar también la vista y observar un cadáver colgando del techo—... ¡OH! —exclamó al final.
—¡Mierda! —dijo Sergio— ¿Qué hacemos ahora?
—¡MIERDA! —exclamó Diego, quien acababa de entrar— ¡NO, JESSI!
Los presentes se quedaron en un estado de shock por momentos, antes de que Leo quiebre el silencio
—¿No hay algún tipo de ritual fúnebre que podamos practicar? —inquirió—, creo que despedirla antes de sacar el cuerpo estaría bien.
—Tenés razón —concordó Sergio—; después de todo, no sé si los integrantes de la colmena querrán convivir con el olor a muerto que dejan los cadáveres —dio un respiro y prosiguió—... una vez, en la cuadra donde vivía tuvieron que llamar a la policía porque había un olor muy fuerte; resulta que encontraron un cadáver de una mujer asesinada por la zona. Eso fue hace aproximadamente dos años.
—Creo que sería mejor despedirnos de ella por la noche y dejar el cuerpo fuera —concluyó Juan—, después de todo, tampoco sabemos si los bichos esos pueden ser atraídos por el olor... en cuanto ustedes, hoy deben de asegurarse recursos en la zona de fuera de la colmena.
Leo volteó su cabeza hacia Sergio.
—¿Vamos? —preguntó Leo
—Vamos —repuso Sergio cabizbajo. Ambos salieron del almacén del lugar, y al alejarse del mostrador se toparon con alguien; era Melanie.
—¿A dónde van? —preguntó Melanie— ¿Qué hacían ahí dentro?
—Te recomiendo que no entres —dijo Leo—. Estamos yendo a la expedición.
Melanie suspiró, parecía tener algo de miedo a salir, pero ella había accedido debido a que se sentiría culpable si se alejaba de Leo y Sergio, y a éstos les pasaba algo.
—¿Vamos? —inquirió Melanie.
—Adelante —contestó Sergio.
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Tren sin destino © ✔️
HorrorAlgo acecha a los pasajeros del tren desde las penumbras tras las ventanillas, y poco a poco ellos observarán a la muerte a los ojos. En el subterráneo de Buenos Aires, Leo volvía a su casa después de una larga jornada de trabajo, cuando por algún m...