Capitulo 35

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Tocar una Cobra.


Tocarlo es probablemente lo más peligroso que he hecho en mi vida.





-No, Jennie, no. -negó por quinta vez en los últimos 15 minutos.

-¡Lisa, dices lo mismo con cada prenda que te enseño! -espeté olvidandome por unos segundos de que mi padre y Rosario estaban sólo unos escalones abajo.

-Tal vez si tu ropa fuera más decente y menos de puta... -susurro mirando los vestidos que le había mostrado.

Yo abrí la boca para decir algo pero la cerré en seguida, Lisa no sabía controlar sus palabras, decía las cosas como las pensaba y no se detenía a pensar en si lastimaba o no a los demás, o tal vez sabía que sus palabras dolían, pero sencillamente no le importaba, tal vez incluso lo hacía a propósito.

Bajé la mirada y me senté a su lado en mi cama, sin saber qué decir, quería gritarle y correrla de mi habitación, de mi casa, pero no quería que se enojara conmigo así que guardé silencio.

Pasaron unos segundos y Lisa suspiró cansada y se puso de pie, caminó hacia mi clóset y comenzó a buscar. Yo la miré, me estaba dando la espalda y con cada movimiento los músculos en su espalda y sus brazos se contraían un poco, su delgada camisa blanca de tirantes me permitía ver lo suficiente y justo debajo del hombro derecho vi una línea rosada.

Me puse de pie y me acerqué para mirar con más detalle. Era una línea vertical, ligeramente abultada y muy delgada, aunque bastante larga, podía ver los primeros 3 centímetros, pero su camisa me impedía ver el resto. Levanté mi mano para mover la camisa y descubrir qué tan larga era, pero justo cuando iba a mitad de camino, Lisa se dio vuelta rapidamente y atrapó mi mano con fuerza. Yo retrocedí sobresaltada y solté un jadeo por la fuerza con la que su mano apretaba la mía.

-¿Qué ibas a hacer? -preguntó con los ojos entrecerrados, con un tono de voz inexpresivo, como una máquina.

-Na... nada. Sólo quería tocar tu cicatriz. -respondí nerviosa, Lisa me miraba de manera extraña y me sentí como un mosquito enfrente de un gigante.

Lisa me miró unos segundos más, que parecieron años, con ojos entrecerrados y expresión concentrada, como intentando analizarme, después soltó mi mano poco a poco y susurro:

-No vuelvas a acercárte a mí por la espalda, mucho menos intentes tocarme, te arrancaré la mano antes de que lo logres. -su tono de voz me decía que hablaba en serio y que era ese tipo de cosas que no debía olvidar. -No te acerques a nadie de Bradford por la espalda, Jennie. ¿Entiendes?

Yo contuve la respiración por un segundo y después murmuré un nervioso "Sí".

Ella me miró unos segundos más, seria, sin ninguna expresión en el rostro, no entendía cómo podía hacer o decir cualquier cosa sin quitar esa expresión de póker. Después de unos segundos Lisa suspiró y hasta ese momento me dí cuenta de que ella también estaba conteniendo la respiración, se giró despacio, muy despacio, dejando su gran espalda frente a mí. Se giró ligeramente y estiró el brazo contrario al lado de la cicatriz, tomo mi mano y la llevó lentamente a la cicatriz, muy lentamente, yo acaricié levemente, apenas tenía volumen y se sentía un poco rugosa, debía tener mucho tiempo ahí, casi tenía el mismo color que el resto de su espalda. Notaba el esfuerzo que le estaba costando darle la espalda a alguien, incluso a alguien tan pequeña como yo, sus músculos se sentían tensos y yo procuré no hacer ningún movimiento brusco, sólo acaricié, tan suave y lento como mi motricidad me permitió, sentí una especie de adrenalina corriendo por mis venas, por cada poro de mi piel, era como tocar a un tigre, sabía que en cualquier momento podría atacar y aún así lo hacía, por la excitación que suponía, por el peligro que suponía... por el miedo que suponía. Era como acariciar a un animal salvaje, era como acariciar a un huracán, era como acariciar a una Cobra.

BAD (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora