Capitulo 46

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Mi cobra.

Es un monstruo y se lo tatuó para nunca olvidarlo.

-Tal vez nos escuchó, tal vez se masturbó toda la noche escuchándonos. -murmuró medio adormilada aún. Restregó su rostro en mis pechos acomodándose y aunque yo no podía verla sabía que había vuelto a cerrar los ojos.

-¡Lisa cállate! -susurré escandalizada. -Rosario no nos escuchó, mucho menos se... eso.

-¿Cómo estás tan segura? ¿Crees que por estar tan vieja ya no se puede dedear? No seas injusta Jennie. Así tenga 1000 años puede disfrutar su sexualidad si quiere. -murmuró riendo y después hizo un sonido asqueado.

Yo cubrí mi rostro con mis manos deseando nunca haber escuchado esas palabras. Nunca había escuchado el verbo dedear, pero de acuerdo a lo que ella estaba diciendo, era bastante obvio saber su significado.

-Tú pagarás mis terapias. -murmuré deseando morir.

-Pero Rosario pagará las mías. -murmuró asqueada. -Oye Jennie ¿no se te hace inapropiado hablar de tu niñera dedeándose a la mañana siguiente de haber perdido la virginidad? Digo, me parece un tema bastante mata pasiones. -se quejó.

-¡Fuiste tú la que lo dijo!

-Pero fuiste tú quien dijo: "¡Ay, Dios mío! ¡Rosario! ¡La olvidé por completo! ¡Pero no nos escuchó, seguro que no nos escuchó!" -murmuró con voz de caricatura.

-¡Ay, ya cállate! -me quejé y traté de quitar su cabeza de mi pecho, había estado ahí dormida el resto de la noche y temía que me abollara el cuerpo de lo pesada que estaba.

Ella inhaló indignada y me miró con la boca abierta.

-¿Así que cuando yo te pedí hace media hora que cerrarás la boca y me dejaras dormir tú ni caso me hiciste, pero ahora que tú lo pides debo obedecerte? Escúchate, princesa, estás siendo injusta. Eres una mala persona, yo no sabía que fueras así, creí que eras diferente. Confié en ti, te entregué mi cuerpo creyendo que lo merecías pero... -Lisa siguió quejándose, usando las mismas frases de la última película que habíamos ido a ver, yo me reí por lo bajo y acaricié su cabello cuando su voz fue perdiendo volumen y sentido. A los pocos segundos ya estaba roncando de nuevo.

Y con ella dormida yo me quedé sola, sin nada más que hacer que pensar.

Había demasiadas cosas en mi cabeza, estaba la preocupación convinada con vergüenza de tener que ir a comprar la pastilla del día siguiente; también estaban las ganas avasalladoras de llamar a Rosé y contarle cada detalle de lo ocurrido, estaba la preocupación de tener mal aliento y que cuando Lisa se despertara de nuevo, intentara besarme; estaban también las inmensas de ganas de llamar a Irene y contarle segundo a segundo todo lo que había pasado la noche anterior, pero justo de ahí, se desataban más cosas sobre qué pensar y sobre qué preocuparme.

Irene era mi mejor amiga, y aunque yo sabía que no lo había hecho con mala intención, que sólo había hecho lo que creía mejor para mí, yo no podía evitar sentirme traicionada. Herida.

Que llamara a Jiyong y le contara cosas que ni siquiera ella sabía con certeza, me había herido, yo hubiera hecho lo mismo en su lugar, pero igual me dolía. Sentía que nuestra amistad, si es que aún existía, tenía los días contados.

Y Jiyong mismo era un tema aún más delicado. Luego del arresto de Lisa yo no había hablado con él, incluso evitaba mirarlo. Nunca había sentido tanta aberración por mi padre, tanto coraje. Sabía que él también había actuado por mi bien, pero no lograba comprender que a veces estar bien para una persona, significa algo distinto para otra.

BAD (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora