El día veintiocho desperté sobre una sábana repleta de sangre. Un mal olor llegaba a mis fosas nasales, y la sensación de que algo me faltaba me golpeó en cuanto abrí los ojos completamente. Mi corazón lo supo antes que mi mente.
Wooyoung, amor, despierta. - Lo llamé con mi voz ronca y un enorme bostezo que escapó de mis labios. Volteé a un lado. Él seguía de espaldas mío y la cantidad de heridas en su piel me sorprendió.
Que idiota fui al pensar que, ante quel espantoso panorama, él aún pudiera estar respirando.
¿Amor? - Mi corazón golpeaba dolorosamente contra mi pecho, pues mi mente comenzaba a atar cabos. Me estaba dando cuenta de la espantosa realidad. - Wooyoung, por favor, despierta. - Susurré desesperado por escuchar su voz, pero él nunca respondió ante mis suplicas. - Amor, por favor... Abre los ojos.
Estaba reteniendo mis lágrimas, tal vez porque el llorar solo significaba aceptar que se había marchado. Procurando no hacerle daño, giré su cuerpo para poder sujetar su rostro con mis manos.
Sus ojos cerrados tenían lágrimas acumuladas en sus bellas y largas pestañas. Las heridas en su piel habían terminado de abrirse o caerse respectivamente. Se veían espantosas, y la sangre seca en mis recuerdos me hace querer vomitar lo vacío que tengo el estómago. Lo sentía frío bajo mis dedos, tan frío que podría haber pensado que se había convertido en algún tipo de rey del hielo.
Supe, al tomar su pulso en su cuello y no encontrarlo, que se había marchado.
En esos momentos, apoyé mi cabeza contra su pecho y lloré mientras solo escuchaba el vacío en dónde antes latía su corazón. Lloré porque se había marchado, y con ello un enorme trozo de mi corazón, tal vez el último que me quedaba. Lloré porque dolía de tal forma que pensé que yo iba a morir. Lloré porque lo había perdido y no había tenido la oportunidad de acompañarlo hasta el último segundo.
No había podido cantarle para que pensara que estaba quedándose dormido, como hicimos con Hongjoong. No había muerto sin sufrir, como Jongho. No se había aislado por decisión propia, como Yeosang, pero marcharse no era su culpa, pues él no había deseado quitarse la vida, como Yunho. Y, por supuesto, me dolía porque había sufrido hasta el final, pues su muerte no había sido rápida, como la de Mingi.
Lloré porque cuando él murió, yo lo hice también.
Creo que estuve lamentando su perdida durante una hora, y creo que lo hice incluso después de que los hombres de blanco se llevaron su cuerpo. No hubo palabras finales, ni luchas contra retenciones. En ese momento no sentía nada, así que no intenté impedir que se lo llevaran a la fosa común.
No pude moverme. Solo me di cuenta de que su cuerpo ya no estaba cuando era ya demasiado tarde. En silencio, aún le pido perdón por no haber sostenido su mano hasta el final.
Salí de mi trance al escuchar que alguien me llamaba entre tos y jadeos de dolor. Ya no me encontraba en la cama, sino sentado en el sofá del salón, mirando a la nada misma. Mi ceño se frunció y mi vista buscó la fuente de aquellos susurros con mi nombre.
Seonghwa.
Me sentí mal al darme cuenta que lo había olvidado por completo, pero creo que con la reciente muerte de Wooyoung era más que comprensible.
Corrí hasta la habitación del mayor, sin importarme si me quería allí o no, y abrí la puerta. El olor a muerte me llenó las fosas nasales casi de inmediato y tan de repente, que tuve que cubrir mi nariz con asco. Era un panorama espantoso, toda la habitación tenía sangre por todos lados, incluso en las paredes. Rápidamente detecté a Seonghwa recostado en cama, con varias almohadas alrededor y lo que parecía ser un balde lleno de sangre al lado del colchón. Supuse que se lo habían dado los hombres de blanco.
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Letal
FanfictionCuando un grupo de ocho chicos se ven atacados por un extraño virus mortal que ha acabado con más de la mitad de la población mundial, se ven obligados a afrontar una inminente realidad para la que ninguno estaba preparado. Solo les queda apoyarse l...