Capítulo 27: Último, último, último...

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Llegado el día veintisiete, no esperaba demasiado. Creo que la vida me había golpeado ya tantas veces en tan poco tiempo, que mis esperanzas habían desaparecido por completo.

Wooyoung despertó antes que yo. Lo sé porque, al abrir los ojos, él estaba recostado desnudo sobre mi pecho y trazaba patrones en mis piernas desnudas. De vez en cuando gemía de dolor debido a un mal movimiento, pero no parecía importarle. Estaba tan acostumbrado al dolor que aquello realmente había dejado de serlo.

Buenos días. - Susurré mientras él se ocupaba de trazar un corazón sobre mi piel.

Pensé que jamás despertarías. - Dijo con una suave risita. - Tus ronquidos no son agradables, pero el que seas lindo y esté enamorado de ti me hace imposible la tarea de despertarte para que dejes en paz mis oídos.

Reí débilmente ante su comentario y acaricié su cabello con un suspiro.

Yo no ronco. Produzco deleitantes sonidos que tus oídos poco desarrollados no pueden apreciar.

Él se rio un poco, pero un gemido de dolor hizo que toda la diversión desapareciera.

¿Estás bien? - Pregunté inconscientemente. Era más que obvio que no lo estaba.

Creo que otra herida se ha abierto en mi espalda. - Jadeó. - No te preocupes. Ya aprendí a vivir con ello.

Lo dijo con tanta calma, como si ya no le importara estar muriendo. Y me dolió. Me dolió que él aceptara su muerte cuando yo aún intentaba negarla.

Pero...

Sabes que dejará de sangrar pronto, así que solo respira y bésame. Por favor, Sannie.

Asentí, no porque realmente fuera a dejar de preocuparme, sino porque él lo deseaba. Antes de que nos contagiáramos era él quien cumplía mis deseos. En esos momentos, debía devolverle todo lo que él me había dado.

La muerte siempre pasa las cuentas, supongo.

¿Quieres desayunar?

No, siento que no podré hacerlo. Mi garganta arde, así que creo que tengo una herida allí dentro. Además, no tengo hambre y la rutina no podrá dominarme ahora que estoy muriendo.

Reí ante sus palabras, pero solo un poco. También besé sus labios suavemente, haciéndole sonreír y quejarse de dolor al mismo tiempo. Debo confesar que, aunque me moría de hambre, yo tampoco desayuné. No quería separarme de él ni un instante.

¿Sannie?

Había algo en su voz que me transmitía dolor, así que rápidamente volteé a mirarlo.

¿Sí?

Tengo miedo. - Admitió.

Sabía a lo que se refería, y la verdad es que yo también sentía miedo. ¿Cómo viviría sin él? ¿Cómo serían sus últimos momentos? ¿Cuánto tiempo tendría que soportar sin estar a su lado?

Hongjoong hablaba de un cielo, pero eso significaría existir siempre. ¿Si existe la eternidad no terminaré aburriéndome de ella?

No dije nada. No sabía qué.

Por otra parte, tal vez no existe nada. - Volvió a hablar. - Y si no existe nada entonces yo me convertiré en nada. ¿Qué se sentirá no existir?

También está la idea de la reencarnación... - Le dije para calmarlo, pero no funcionó.

Pero pensar que no recordaré esta vida, que tendré que volver a sufrir tropiezos y caídas, además de saber que tal vez no volveremos a encontrarnos, simplemente no me gusta.

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