Epílogo

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Kim Yonghwan estaba loco.

Es una forma curiosa de describir a una persona, pero ciertamente es una de las pocas palabras que realmente pueden definirlo.

Había encontrado la vacuna contra el virus que él mismo había creado, luego de arduos años de trabajo. Y casi creía que, poco a poco, todas las muertes de las cuáles era responsable comenzaban a borrarse de su conciencia.

Entregó los resultados a sus colegas y ellos decidieron no arriesgarse. La vacuna estaba en etapa de prueba. Kim Yonghwan casi se creía perdonado.

Eden, nos han informado sobre un nuevo contagio. Son ocho chicos, uno de ellos es familia del doctor Kang. Tú los recibirás, y quiero que tengan el mejor de los tratos. - Le informó su superior, un hombre al cual no le conocía el nombre.

¿Cómo se había convertido en un hombre de blanco? Había sido sencillo. Ellos buscan voluntarios en medio de una crisis y él se ofreció. No hubo procedimientos legales. Estaba allí solo porque sí. Ni siquiera se habían dado cuenta de que había usado un nombre falso, "Eden".

Conseguir entrada libre a los laboratorios fue un poco más complicado. Debió falsificar varios documentos, pero finalmente lo logró. Nada es imposible para un científico loco.

¿Cómo es posible, jefe? - Preguntó Yonghwan con confusión. - No ha habido un contagio en mucho tiempo.

Los vigilantes descuidaron la entrada por esa misma razón, y una anciana infectada logró entrar al recinto. Los resultados son predecibles.

¿Qué hizo con los vigilantes, jefe?

No es algo que deba importarte, Eden, pero te lo diré de todas formas. Fueron asesinados de inmediato. Cualquier causante de una muerte merece el mismo destino.

Las palabras de su jefe fueron duras, pero para Kim Yonghwan se convirtieron en una enseñanza.

Fue él quien guió a los chicos hacia el área de aislamiento. Fue él quien miró sus rostros llenos de dolor. Fue el quien les deseó una buena estadía. Fue él quien se disculpó tras la máscara. Fue él quién los observó día tras día, sintiéndose culpable.

"Cualquier causante de una muerte merece el mismo destino"

Las palabras retumbaban en su mente todo el tiempo, y la idea del suicidio se le pasó por la cabeza.

Si tan solo hubiera encontrado la cura un par de meses antes, todo sería muy distinto. Si no hubiera creado el Letal, todo sería muy distinto.

Se lamentó durante noches en su habitación y se preguntó como la idea de algo tan bueno se había convertido en un arma mortal.

El primero en marcharse fue Kim Hongjoong, el líder del grupo, lo cual fue desgarrador. Pensó en cuantos chicos como él su virus había destruido, y tuvo que batallar para no ahogarse en la bañera.

No. Él no podía morir tan fácilmente cuando millones de personas habían sufrido durante días por su culpa.

Cuando Choi Jongho falleció, Kim Yonghwan se sentó al borde de las fosa comunes y rezó por tantas almas como pudo. También rezó por la suya, como si aún tuviera esperanzas de salvación.

Al décimo sexto día llegó su turno de limpiar la sala de aislamiento. Lo había hecho dos veces antes, pero esa fue la vez que más le marcó. Entró solo un poco antes de la media noche y se dispuso a limpiar. Había desastres por doquier y un olor a sangre que nunca se marchó.

Estaba ya a mitad de su trabajo, cuando escuchó una puerta abrirse y dos chicos salieron de una habitación mientras se besaban apasionadamente. En medio de la oscuridad, los reconoció como Mingi y Yunho.

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