El día ocho fue simplemente conmovedor.
Los ocho no habíamos dormido ni un poco, y pasamos la noche juntos en el salón mientras llorábamos abrazados a Hongjoong. Él no había tosido más de tres veces en todo ese tiempo.
Y sí, puede que tres no sea un número muy alarmante, pero sí lo era la cantidad de sangre que empapaba su palma y su ropa. Cada vez salía mas, cada vez le costaba más parar los ataques de tos.
Lo cruel de esa forma de morir era que no existía un tiempo específico para que tu sangre terminara ahogándote con una tos imparable. Podían ser horas, días o semanas. Nadie lo sabía con exactitud porque dependía de cada persona tener o no a la suerte de tu lado. Y cuanto más tiempo pasaba, peor resultaba todo.
Puede que suene muy cruel, pero, durante la madrugada, había pedido al cielo para que Hongjoong se fuera rápido. No quería verlo sufrir.
No lloren por mí. - Nos suplicó por lo que debió de ser la vigésima séptima vez desde que esa pequeña gota de sangre se había visto en su palma. - No vale la pena.
Pero lo valía más que nada en el mundo.
Esto no es justo. - Escuché susurrar a Seonghwa. Su camiseta blanca estaba manchada con algunas salpicaduras de sangre, pues no se había apartado de nuestro amigo desde lo sucedido en la sala de visitas.
Hongjoong de inmediato lo abrazó fuertemente. Mi corazón se estrujó al también escucharlo llorar, así que acaricié su espalda con delicadeza, intentando darle consuelo de esa forma.
Vamos a extrañarte mucho, enano. - Murmuró Yunho con la voz entrecortada. Sé que todos pensábamos lo mismo.
Lo sé, Yunho. - Intentó calmarlo mientras se separaba de Seonghwa, limpiando sus lágrimas con sus manos. - Pero encontraré una forma de venir hasta acá y darte pesadillas, así que no te descuides.
Yunho rio un poco, pero creo que lo hizo solo para intentar no hacer sentir tan mal a nuestro amigo. El desayuno fue incómodamente silencioso. Hongjoong intentó hacer bromas, pero no nos reímos, así que se detuvo.
Lo siento. - Murmuró en cuanto su plato estuvo vacío. Tenía la mirada baja y las manos cruzadas. En aquel momento volvió a toser, pero no alcanzó a cubrirse la boca, así que el suelo se manchó con muchas gotas de sangre que me hicieron sentir enfermo. - Lamento no haber sobrevivido y dejarlos solos. - Se disculpó en voz baja mientras limpiaba sus comisuras. - Lamento que no puedan disfrutar de sus últimos días solo porque no soy tan fuerte como ustedes y...
De inmediato fui hasta él y le cubrí la boca.
No vuelvas a decir eso. - Recuerdo haberle ordenado. Me dolía la cara por haber llorado durante toda la noche, pero me esforcé por ver sus ojos fijamente. Siempre creí que las miradas eran más poderosas que las palabras en lo que de transmitir mensajes se trataba. - Eres el único que encontró fuerzas para guiarnos desde el primer día. Siempre intentas cuidarnos y no has dejado que este estúpido virus afecte tu vida. Eres nuestra brújula, eres quién le da fuerzas a todos las demás, hyung, así que no vuelvas a creer que eres débil cuando en realidad, si no fuera por ti, este barco estaría completamente hundido.
Hongjoong no dijo nada. Solamente asintió y me abrazó con tanta intensidad que jamás supe si estaba buscando animarse o animarme.
Ahora, chicos. - Habló mientras nos separábamos, tosiendo sobre su manga. - Basta de estar tristes. Quiero una buena despedida, por favor.
Y aquella tarde reí de verdad.
Lo primero que hicimos fue algo así como un live action de algún fanfic. Yunho era yo, y Mingi era Wooyoung, pues la obra trataba de nosotros dos. Mi novio actuaba de nuestro hijo (imaginario, por supuesto, pues no teníamos). Yo era el narrador, y también hacía la voz de Mingi.
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Letal
Fiksi PenggemarCuando un grupo de ocho chicos se ven atacados por un extraño virus mortal que ha acabado con más de la mitad de la población mundial, se ven obligados a afrontar una inminente realidad para la que ninguno estaba preparado. Solo les queda apoyarse l...