Capítulo 12: Promesas rotas

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No fue Seonghwa quien me despertó la mañana del día doce, sino Wooyoung, quien comenzaba a depositar besos en mi cuello y jugaba tentadoramente con el elástico de mi ropa interior.

¿Woo? - Creo haber murmurado en cuanto fui plenamente consciente de lo que estaba sucediendo. Suspiré con cierta suavidad, deleitándome con sus caricias, y la risita que impactó en mi cuello me dio escalofríos.

¿Esperabas a alguien más?

A Jungkook, pero tengo que conformarme contigo. - Me burlé.

San, él murió. - Me recordó con crueldad mientras se separaba lo suficiente como para mirarme fijamente a los ojos. Había un brillo travieso en ellos, y me encantaba.

Shhh, no te detengas. - Lo alenté mientras llevaba una de mis manos a la parte posterior de su cuello y lo obligaba a continuar con sus besos en mi cuello. - Sí... A eso me refería. - Suspiré al sentir su lengua experta en mi piel.

¿Te gusta? - Preguntó con una voz tan sensual que cierta parte de mi cuerpo no tardó en despertar.

Sí. - Jadeé, lo cierto es que me encantaba.

Sus labios subían cada vez, buscando mi boca con desesperación. Pero aunque lo deseaba, no permití que me besara.

El aliento de la mañana. - Le recordé mientras me cubría la boca e intentaba levantarme, pero él colocó su cuerpo sobre el mío y me inmovilizó. Pude ver sus ojos oscurecidos, y supe que estaba igual de necesitado que yo.

¿Realmente crees que me importa tu aliento en este momento?

Reí bajito mientras él intentaba apartar mi mano. Quise resistirme, pero pudo conmigo al sujetar mis muñecas e inmovilizarlas a cada lado de m icabeza. Antes de que pudiera darme cuenta, él me estaba besando intensamente y yo no tenía intención alguna de detenerlo.

Deberíamos ducharnos. - Sugirió en cuanto sus labios se apartaron de los míos y volvieron a atacar mi cuello mientras sus traviesas manos descendían hasta mis pectorales.

Reí asintiendo y me removí para salir de la cama cuando Wooyoung. Por supuesto, había olvidado el hecho de que yo estaba solamente en ropa interior.

Lindo trasero, San. - Halagó al sentarse al borde de la cama y sujetar mis caderas, jalándome a él con brusquedad y comenzando a depositar besos en mi estómago. - Me vuelves loco.

Woo, nosotros no... no... - Tartamudeé, pero sus manos sujetando mi bóxer para bajarlo y sus labios acercándose cada vez más a mi hombría no me permitían formular oraciones coherentes. - Amor, no podemos... Mierda... Hongjoong.

Sus besos se detuvieron en cuanto pronuncié su nombre, y me miró desde abajo con un dolor indescriptible en los ojos.

Murió hace dos días, Wooyoung. Debemos guardar luto. Está mal que hagamos esto ahora. - Susurré.

Estaba desesperado, mi cuerpo lo necesitaba, pero no era lo correcto.

Él continuó acariciando la piel en mis caderas y mirándome fijamente a los ojos. Estaba organizando sus ideas. Lo supe con solo verlo. Lo conocía tan bien que, al recordarlo, me da algo de miedo.

Vamos a morir también, San. - Me dijo antes de sujetar mis manos y llevárselas a los labios. Las besó con dulzura, como si fueran delicados pétalos de rosa, y luego me miró a los ojos como si en ellos se hubiera alojado el mismísimo sol. - Mañana podríamos no estar aquí, e incluso podríamos morir después de la ducha, o en medio de ella. Creo que Hongjoong entendería esto.

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