Capitulo 04

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『 womanizer 』Mujeriego

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womanizer
Mujeriego

Los ojos verdes de la mujer miraban con sorpresa la imagen frente a ella.

Sin poder evitarlo, giro a ver al hombre a su lado, el castaño al sentir su mirada giro a la mujer. La Dama regreso su mirada a la foto.

-Eres...tu. - murmurro la mujer.

-Si. -la castaña chasqueo la lengua y volvió a mirar al hombre

-Ahí dice que eres un mujeriego. -el castaño miró a la mujer

-Yo no...

-James Buchanan Barnes.-el castaño relamio sus labios al oírla. - Buchanan, Bucky. No eran muy ingeniosos. - el hombre hizo una mueca.

-Hay que irnos.

-Quiero un oso de peluche. - el hombre giro los ojos. - Ahi dice que venden un Bucky versión oso. -

El hombre acostumbrado a los comentarios de la mujer cuando estaban solos, simplemente tiro de su brazo fuera del museo.

Ni Hydra paraba a la mujer.


☆☆☆

-Hola, ¿necesitas ayuda?

La castaña sonrió -Si, mi prometido y yo quedamos varados. El camino hacia allá tratando de buscar ayuda. - señaló la carretera a su espalda

-Oh, pues podríamos llamar a alguien - la mujer rubia sonrie -¿Como te llamas? - la Dama sonrió

-Me llamo Dione.

-Un placer Dione, soy Andrea.

-Créeme, el placer es mio.

La sonrisa en el rostro de la rubia desapareció al escuchar el rugido de el motor de su auto.

-Lo siento Andrea. 

El auto paso a su costado asustandola, la mujer chillo y salio corriendo, rei y subi al coche negro.

-¿Sabes a donde vas, no? - el no contesto, simplemente acelero. 




☆☆☆



-Es mal momento para decirlo

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-Es mal momento para decirlo. Pero... te lo dije. -

James resoplo.

Habíamos salido de la ciudad, pero ahora estabamos atrapados en un barco de carga.

-Cuando estabamos alla. - gire a ver al hombre - dijiste un nombre... ¿es el tuyo? - asenti con una sonrisa

-Dione. - repeti - Lo recorde en el helicarrier - el asintio levemente 

El silencio nos envolvio, gire al sentir como el soldado se movia. Senti sus brazos rodearme, me recarge en su pecho. El sonido del agua golpeando el barco parecia adormecerme.

- Es extraño.- su voz salio en un pequeño susurro ronco 

-Si...pero se sinte bien. 

James murmurro una respuesta, cerre los ojos sintiendo por primera vez libertad. 



☆☆☆


☆☆☆

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-No estamos lo suficiente lejos. Tenemos que alejarnos mas. 

- Si, pero sin pasaporte y dinero no llegaremos. La ropa del auto funcionara unas semanas.

Ambos castaños discutian su proximos escape, habían llegado a Italia, después de varios días subiendo a distintos barcos de carga.

— James, no has comido, ni dormido. - el soldado aparto la mirada, había estado alerta en todo momento.

—Buscaremos donde dormir y luego veremos como salir de Italia. - el castaño asintió

Con cuidado, ambos salieron del almacén el que se encontraban ocultos.

Caminaron por las calles evitando la gente, el soldao miraba con sigilo a su alrededor, en busca de alguna amenaza.

—James.

El castaño giro al llamado de la mujer, un hotel. No era un lujo, ni tampoco se veía uno. Sin embargo, era suficiente para ellos.

—Bienvenidos. — una anciana los recibió - ¿Que decean? - el soldado tomo la mano de la castaña

—Una habitación.

La mujer mayor asintió y comenzó a teclear en la vieja computadora.

El soldado se removió inquieto.

— Tome. Habitación A16.



☆☆☆



—Podríamos ir a Europa, al norte. — el soldado elevo la mirada.

La Dama salía del pequeño baño. Su cabello estaba húmedo, y pequeñas gotas de agua caían por su cuerpo envuelto en una toalla.

—No está lejos. — asintió el castaño.

La mujer tomó la ropa de la mochila sobre la cama, el soldado como reflejo se enderezó.

No era nada nuevo para ellos ver al otro desnudo. En hydra, por protección, más para la mujer. Ambos compartían habitación, el soldado incluso vigilaba cuando la mujer se bañaba.

Era la manera en la que ambos se protegían cuando no estaban criogenizados.

Y para Hydra, la manera de evitar que el soldado asesinara a sus agentes.

El soldado miró las marcas en la espalda de la mujer, al igual que a el las cicatrices la llenaban.

Después semanas, el hombre  había empezado a recordar sus misiones.

No le incomodaba tenerlas, le incomodaba como las había conseguido.

El soldado se removió dando su espalda a la mujer, sintió el colchón moverse cuando la mujer se recostó.

Como si la Dama supiera sus pensamientos, sus manos acariciaron su espalda.

Bajo las manos de la mujer, el soldado cerró los ojos, descansando después de mucho tiempo.

The Lady [Bucky Barnes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora