Capitulo 21. Apagar la luz de los demás, es la única forma de brillar.

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Luego de ser presentado como mujer, objeto y de haber sido humillado frente a una gran cantidad de asquerosos alfas, Scott simplemente fue dejado de lado.

Su nuevo esposo lo hizo sentarse junto a él, en la mesa de honor, durante un rato, y luego se alejó, dejándolo solo mientras él se iba con sus amigos a festejar en otra mesa. Lo dejaron totalmente a su suerte, rodeado y a la vista de muchísimos hombres que lo ven como algo valioso, que no se toca, pero que se observa y da risa; como una escultura delicada, custodiada por un feroz cuidador que la usará con fines personales.

Eso se podía sentir en el aire, tan latente cómo palpable, y esto provocó un asco INMENSO en Scott.

Y, debido a que no se sentía nada bien, no se dignó a probar ni un bocado de la comida que le sirvieron, y simplemente guardo silencio con la cabeza ligeramente agachada, mientras la comida se enfriaba. Sin mucho que hacer, lo único que hizo fue ver como con el paso de los minutos, el filete de carne que le sirvieron, dejo de humear por lo caliente y el olor poco a poco se disipó, quedando frío y mantecoso.

Luego, cuando se dio cuenta de que estaría allí, como un valioso adorno de su esposo, por mucho tiempo más; comenzó a beber. Copas y copas de vino fueron consumidas cómo si fuesen agua para refrescar la garganta, como en un caluroso clima seco y árido.

Después de todo, ¿Qué más le quedaba? Se sentía ajeno al festejo, como un pez fuera del agua.

—Joven alfa —Le llamo un camarero acercándose a él, con cuidado de no ofenderlo —Le traigo una botella más. Espero la disfrute.

Sin decir nada más, ese hombre desconocido le dejo la botella abierta al alcance de la mano y se marchó.

El de ojos mariné observó la botella y no dudo mucho en servirse la primera copa.

Observó el color, no se veía nada mal, tiene un color rubí intenso, casi granate, distintivo del vino de buena calidad. Sin embargo, al dar el primer trago, sintió algo ligeramente fuera de lugar… Amarga de una manera extraña, no sabe feo de un modo que sea aberrante o asqueroso, solo sabe algo diferente a los vinos que está acostumbrado a beber.

Extrañado, observó la marca y el etiquetado de la botella; se ve de buena calidad, aunque un añejado de quince años no debería saber así. Igual, con la mente algo nublada por todo el alcohol que había consumido, no le tomo mucha importancia. No quería decir palabra alguna a nadie más, mucho menos levantarse a pedir otra botella, solo quería olvidar que se sentía miserable, y seguir bebiendo hasta la inconsciencia de ser necesario.

Así que bebió y bebió, poco a poco ese sabor extraño se adhirió al paladar del joven, hasta que fue casi imperceptible. Bebió sin importarle que lo viesen emborrachándose, bebió des moderadamente y observó a su alrededor como muchos le miraban con burla, igual, no le importó y siguió bebiendo.

Y fue cuando la botella tocó fondo, que apareció Vaegan Bloodaxe, nuevamente. Este hombre, este… Cuervo carroñero, apareció justamente, con la intención de alimentarse con los restos de Scott Raxton. Los restos de un joven aturdido por el alcohol…

—Veo que no has probado bocado alguno. ¿La comida no es de tu gusto? ¿Tienes un paladar exigente, princesa? —Scott, aun con la capucha puesta, no se dignó ni a voltearlo a ver, solo sostuvo la copa con las últimas gotas que le quedaba de vino y las observó como si fuese algo interesante, mientras meneaba la copa en círculos —¿No quieres responder, amor?

—…

—Bien… —Sin importarle estar bajo la atenta mirada de sus colegas, Vaegan llevo su mano izquierda hasta detrás de la espalda de Scott para toquetearlo. Más bien… Abajo de la espalda; en los glúteos.

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