Capitulo 35. Inténtalo. Una vez más, una última vez...

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El shock de la situación fue… Terrible.

El miedo lo invadió por completo al pensar que su destino podría ser el mismo que el de Aeran…

Es difícil de aceptar. El hecho de que va a morir. No es fácil de digerir.

Parece que su destino sigue siendo morir.
No parece haber esperanza…
Siente que lo intenta, lo intenta, pero sigue teniendo el mismo destino.

Cuando Vaegan se alejó lo suficiente y la prioridad dejo de ser ese monstruo, se concentraron en Scott.

—¡Scott, no puedes siempre caer en sus provocaciones! ¡Él sabe que si te amenaza con hacerle daño a tu madre, caerás! ¡Entiende que no puedes terminar en manos de Vaegan! —Kastar, se volvió loco y comenzó a regañarlo, no con ganas de hacerlo sentir mal, más que nada era un enojo que dejaba a relucir el miedo de la situación. ¡Estuvo a punto de irse con Vaegan en un arrebato de impulso!

—Kastar…

El mencionado, aún sosteniéndole desde el pecho sin querer soltarlo, aflojó su agarre y le soltó.

—Parece que eres el único que no acepta mi destino.

—¡Por qué ese no es tu destino! ¡Tenemos más opciones, podem-

—Kastar. No pienso escuchar lo que tienes que decir al respecto. —Se levantó del suelo, sacudiéndose las manos, desempolvándose el pantalón, recobrando la compostura e hizo lo que siempre hace; guardarse todo para el mismo —Pídeles a todos que se preparen, los sacaré de aquí.

—¿De quiénes hablas? —Pregunto Kastar un poco confundido.

—Los omegas. Hay una casa de seguridad a un par de horas de aquí, los llevaré para resguardarlos, Vaegan sabe de su existencia, no puedo permitir que les haga nada.

Como si no le hubiesen dicho en la cara que morirá, se dio la vuelta con intenciones de entrar a la casa. Ryan lo observó de pies a cabeza con una sensación de admiración y lástima en el pecho. Scott sabe que morirá, sabe que vendrán por él y le harán llorar sangre, y aun así se muestra tranquilo y vela por la seguridad de otros antes que la el sí mismo.

¿Si eso no es un alfa ejemplar, entonces que es?

—Pídeles que empaquen lo necesario y solo lo necesario. Saldremos en punto de las dos de la mañana. —Sin querer mirar atrás, dio las instrucciones y trato de entrar, pero nuevamente las palabras de Kastar lo detuvieron.

—¿A dónde irás? ¿Qué vas a hacer?

—Michelle… —Dijo en un susurro audible que se escuchaba triste —Debo despedirme de Michelle…

Sin decir nada más, entro a la casa y todo el trayecto, desde la puerta de la entrada, hasta la puerta del estudio, donde se encerraron los omegas, fue silencioso.

—Scott, ¿Qué está pasando? —Pregunto Emi con el rostro preocupado, teniendo a la pequeña Michelle en brazos. Protegiéndola.

—No está pasando nada… —Dijo por lo bajo, tratando de sonar amable, o quizá aguantando las ganas de llorar. Tomo una libreta y un bolígrafo de encima de la mesa del estudio y luego volvió junto a Emiliano.

Se acercó y acaricio gentilmente la cabellera del joven omega con afecto, como si sus acciones dijeran; “Gracias por cuidarla”, no dijo ni una sola palabra, pero podía verse en sus ojos; está agradecido. El pequeño Omega se sintió feliz de ayudar y le ofreció cargar a la pequeña bebé, a lo cual no se negó, tomo a su pequeño tesoro en brazos y la pego a su pecho con mucho cuidado para después marcharse en silencio.

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