Capitulo 23. No pudo hacer nada, y se culpo por ello.

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Lo más difícil de despertar de un sueño, es no poder recordar lo maravilloso que fue.
Lo más difícil de despertar de una pesadilla, es que no puedes olvidarla, por más que lo intentes…

La pesadilla de Scott, yace viva y fresca en su memoria. Tan viva como su corazón y tan fresca como el olor a sangre.

Lo que sucedió, ese terrible suceso, será algo que difícilmente podría superar, será un trauma que lo marcará de por vida. Serán como las cicatrices que dejó el encuentro forzado; permanentes.

Rasguños, mordidas, incluso heridas punzo cortantes producidas por aquellas curiosas garras de metal que suele llevar Vaegan; Con ellas, lo marco con una herida, por cada vez que le planto un nudo a su cuerpo, esto, con la intención de llevar la cuenta de las veces que lo hizo gritar de dolor; Y no fue una sola vez, Vaegan lo anudo muchas, muchísimas veces,

Encerrado en esa habitación, estuvo dos días y tres noches, dónde la terrible tortura se repitió una y otra y otra vez, provocándole agonía.

Scott, realmente, no recuerda claramente lo que sucedió. Solo recuerda que al amanecer de la primera noche, después de tanto dolor y cansancio, finalmente colapso. El cuerpo solo resistió una noche de violencia continua y tortura. Y quizá eso fue un milagro o un alivio, ya que su mente no estaba preparada para afrontar una situación como esa, y el llanto que sale de su garganta, con tanto sentimiento, es una muestra de ello.

Gime del dolor, su rostro está parcialmente hundido en las sábanas de la cama, algo de saliva se impregna en la sábana debido a que trata de tragar aire a bocanadas; le falta el aire, las lágrimas le empapan la frente y las mejillas, y el calor que siente en su cuerpo, es una tortura. Trata de no moverse, duele, de verdad que todo duele. Ha estado llorando así por mucho tiempo, en una misma posición; tirado boca abajo con el rostro contra el colchón y las piernas ligeramente apoyadas sobre sus rodillas.

Vaegan no hace mucho tiempo, aún abusaba de él. Lo tenía apoyado sobre las rodillas y le clavaba las uñas en la cintura con la intención de sostenerlo fuerte para que el debilitado cuerpo, no se le soltara. Así que cuando termino, solo lo soltó, le lanzó una cobija encima, para cubrir la parte abusada y se marchó.

Scott quedó casi en la misma posición, solo que un poco más recostado sobre su pecho. Asustado de moverse y sentir dolor, solo llevo sus manitas a la zona violentada para tratar de limpiar la sangre y el semen, con un pedacito de sábana, empujando la tela ligeramente, como si tratará de hacer presión para que dejara de fluir cualquier líquido que hará que huela feo a futuro.

Huele horrible, huele a putrefacción, a sangre muerta, esperma, orina y sudor.

Es una combinación fuerte que te derretiría las fosas nasales de golpe. Ahí, en esa habitación olorosa a muerte, permaneció sin poder salir. Sin comer, sin beber agua potable; Sobrevivió debido a que a Vaegan lo baño unas cuantas veces y allí aprovecho para beber agua.

¿Estúpido, no? A Vaegan no le gusto que el interior de Scott estuviese sucio. Después de todo, el esperma que vertía en su interior, a la larga, también emitía olor, un olor horrible que le causaba cierto asco. Así que cada cierto tiempo, lo arrastraba hasta la ducha para sacarle ese material fétido. Allí, Scott aprovechaba para tomar agua. Abría un poco la boca y dejaba que el agua que escurría por su cabello, frente y rostro, llegase a su boca.

Solo así sobrevivió sin morir de deshidratación. Pues Vaegan se negó a darle siquiera un bocado de comida. Y quiso “compensarlo” suministrándole narcóticos. Sus brazos están llenos de piquetes de aguja. Amoratados y adoloridos.

Abrir los ojos, respirar o solo existir, justo ahora se sienten como una pesadilla…

—Mamá… —Susurra bajito, con la voz débil y la boca seca, sufriendo de temblores ocasionados por las drogas en su sistema —Michelle…

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