Capitulo 25. Vaegan es un ABSOLUTO psicópata.

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—¿De qué... Estás hablando? —Murmuro nervioso. —¿Qué vas a hacer?

Vaegan no respondió, le dejo hundirse en la misera y luego solo levantó la mano con aquellas peculiares garras y le acarició delicadamente el rostro a la bebé con ellas.

Michelle se retorció ansiosa, sintiéndose incómoda ante la brusquedad con la que la trataban y amenazó con comenzar a llorar.

—¡Vaegan contéstame!

El cuervo soltó una risilla burlesca, finalmente terminando con el silencio mortal, diciendo:

—Digo que le deformaré el rostro.

Tan pronto como Vaegan dijo esto, Scott se volvió loco. Entro en pánico. No supo cómo reaccionar. ¿Es verdad lo que acaba de escuchar? ¿Vaegan es tan terrible como para lastimar a una bebé? ¿No hay ni una pizca de piedad en ese hombre?

No… Está seguro que no hay ni un poco de piedad en ese hombre, lo ha demostrado con acciones y palabras. No tiene remordimiento al golpear mujeres, y se excita con el dolor ajeno. Deformarle el rostro a Michelle no dejará remordimiento alguno…

—Suéltala… —Susurro. Comenzaba a mostrar signos de ser víctima de un ataque de pánico. —Suéltala...

—¿Por qué?

—Por favor, por favor, te lo suplico… Ella no te ha hecho nada… Es solo una bebé, es solo una bebé…

Scott, cayendo en la desesperación del momento, no lo pensó mucho y busco levantarse de la silla de ruedas, pero, cuando trato de dar el primer paso, simplemente sus piernas fallaron. [Pum] Tropezó. El aterrizaje en el suelo fue doloroso, sus rodillas hicieron un sonido escandaloso al chocar contra el suelo, pero poco le importó.

No hay nada más importante en el mundo para Scott, que Michelle, ni siquiera su dignidad vale tanto como esa pequeña bebé. Esa bebé es su mundo entero. La persona que le da sentido a su vida, Michelle, es la única razón por la que sigue vivo, es su motivo de vida, así que no dudo ni un segundo en arrodillarse ante Vaegan y aferrarse a sus piernas en un gesto de súplica.

—Haré lo que me pidas… Juro que lo haré, pero por lo que más quieras, suéltala… No le hagas daño, por favor.

Los gritos y suplicas desesperadas de Scott, y la atmósfera pesada que los rodea, provocaron que la bebé comenzará a hipar, anunciando el llanto. Poco a poco arrugó el rostro y se puso rojiza de la cara.

Sus ojitos de mar reflejaban una incomodidad increíble al estar en brazos desconocidos. No le gusta el toque rasposo del metal contra su rostro y mucho menos sentir el olor de Vaegan. Le causa tanta desconfianza, que el llanto llegó rápidamente.

Dicho llanto es algo peculiar, llora con incomodidad, cómo si supiera que algo no está bien. Llora con los ojitos abiertos y el rostro arrugado, extendiendo sus regordetes brazos, en dirección a su hermano.

Pidiendo entre chillidos que la cargué.

—Baba... Baba... —Murmura la bebé, agitando los brazos, rogando cada vez más el calor de los brazos seguros. Pero al no obtenerlo, comienza a llorar más fuerte, desesperando el corazón de su hermano.

—Haré lo que me pidas… Lo prometo, lo prometo…

Vaegan, teniendo ala bebe aún en sus brazos, la arrullo muy sutilmente mientras le seguía acariciando el rostro con aquellas garras, amenazando con lastimarla y observando a Scott detenidamente, justo a los ojos, con esa percepción de superioridad en sí mismo. Le está haciendo entender por las malas, quién tiene el control.

Poco a poco lo doblega. Primero le hace sentir que es una persona de fiar, que estará de su lado, que cuidara de la familia y honrará el apellido, luego, sin dudarlo, lo humilla frente a sus hombres y lo obliga a vestir como mujer. Sin detenerse, abusa de su cuerpo y lo quiebra mentalmente, provocándole una reacción de miedo cada vez que lo ve. Lo libera, le hace creer que seguirá teniendo el control de la manada y luego amenaza con lastimar aquello que tanto le importa al joven lobo.

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