𝐈𝐭'𝐬 𝐣𝐮𝐬𝐭 𝐮𝐬 | ᴛᴏɴᴏᴡᴀʀɪ ᴀɴᴅ ʀᴏɴᴀʟ

━ Grandma ━

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¿Qué adolescente no se ha escapado de su casa de noche? Sea el motivo que sea.

Luego de aquella conversación de padres e hijo, la cría mayor del Olo'eyktan bajó ambas orejas al oír la voz cortada de su hermano menor, sintió ruidos de golpe, viró su cuerpo lenta y silenciosamente para ver a sus dos hermanas viéndolo.

Aquellas miradas que podían ser muy parecidas, expresaban exactamente lo mismo en ese momento, una idea que se les había ocurrido a ambas.

A pesar de no estar muy de acuerdo con aquello, gracias al valor de la empatia que le habían inculcado sus padres desde pequeño quiso apoyar a su hermano menor.

Aonung no tardó en unirse con sus hermanos en las hamacas, mientras que sus padres estaban en un rincón del marui, hablando entre ellos mientras la pequeña Mu'yani era alimentada por el seno de Kal'yi.

Fue increíble como no se dieron cuenta, el silencio en cada paso de su huida fue increíble, incluso la desaprobación de la idea por parte de Aonung pasó bastante desaparecida ante los oídos y ojos de sus padres.

O eso pensaron.

— ¿Deberíamos regañarlos? — susurró Tonowari, ayudando a su cría menor a sacar los gases de su cuerpo, dándole palmaditas en la espalda.

— Los hemos regañado todo el día — contestó Ronal, quien era atendida por Kal'yi —. Dejemos que hablen entre ellos.

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— Necesito ver a mi abuelita — pidió mientras tenía la frente en el pecho de su hermano mayor.

Ahora se encontraban todos los del grupo, estaban Neteyam, Lo'ak, Kiri, Tuktirey e incluso Rotxo, quienes también salieron de sus marui sin pedir permiso, se reunieron todos en la playa donde los na'vi forestales montaron ilu.

La mano de Ivram reposaba en la nuca de Aonung, aquella mano se movió intentando apoyarlo.

— ¿Quieres ir al árbol ahora? — ladeó un poco la cabeza.

— ¿Un árbol? — preguntó Kiri.

— El árbol de las almas — habló Shey, con su mano apoyada en la rodilla de Neteyam —. Ahí vamos para pedir cobsejo de antepasados, a veces.

— ¿Podemos ir? — la menor de todos ladeo la cabeza, alargando la última palabra.

Todos voltearon al mayor, quien tenía su mano derecha en la cabeza de Aonung, el cual tenía su propia mano sobre la de su hermano mayor, apretandola con sutileza con la intención de remarcar su deseo principal.

Odiaba tener pudor en pensarlo, pero el deseo que tenía de abrazar a su hermano menor era inmenso.

Giró su mirada hacia los menores, Shey había notado que su mirada se había vuelto tan suave como la de su padre, bajó sus orejas al sentirse mal por no haberle dado un regalo a su padre por su pasado cumpleaños, días antes de la llegada de los Sully.

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Siete ilu se dirigían tranquilamente hacia la Caleta de los ancestros, en un principio tenían planeado mostrarle aquel árbol sagrado, deseando que tuvieran un vínculo emocional tan fuerte como cada Metkayina tenía.