Despise | Peter Ballard

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–¡Cinco!– número tres chasqueó los dedos enfrente de mi rostro logrando que saliera de mi trance.

–Perdona ¿Qué decías? – sacudí la cabeza para despejar mis pensamientos.

–¿Qué era lo que mirabas? –giró su rostro en dirección hacia donde anteriormente mi vista yacía.

–Solo estaba pensando, no miraba a nadie en particular.– me encogí de hombros para restarle importancia.

–Sabes que no puedes estar distraía en un lugar como este, hay personas que podrían aprovecharse de eso.–advirtió.

No pude evitar cuestionar su advertencia.

–¿Aprovecharse? –fruncí el ceño.

–Sí, bueno, ya sabes. Eres la favorita de papá, muchos quisieran tener tu lugar. –se sentó a mi lado para entablar una mejor conversación.

–No creo ser la favorita de papá.–negué con la cabeza mientras soltaba una risilla.

–Cinco, debes dejar de ser tan humilde.–levantó su dedo índice para hacer el señalamiento de advertencia.

–Es que no le veo sentido que quieran tener mi lugar.–me sinceré.

–¿Estas ciega? Papá siempre está presumiendo tus logros, te pone como un ejemplo a seguir, nadie te ha logrado supera en meses...–tomó una pausa–¿Qué hace Peter con once?

Desvié la mirada para establecerla en la misma dirección en la que tres estaba mirando. Peter, uno de los guardias del laboratorio, estaba en cuclillas a un costado de nuestra hermana menor.

–Creí que once no solía hablar con nadie.–susurré sin dejar de prestarles atención.

Me llamaba mucho la atención que once estuviera conversando con alguien, ya que era muy reservada; tanto que las únicas veces que habíamos conversado las únicas palabras que había pronunciado fueron ''sí'' y ''gracias''. Además de eso, no solía verla mucho por los pasillos. Suponía que se encontraba en una habitación con personas del rango de su edad, pero no estaba segura de esto último. 

Peter y once parecían ser muy unidos ¿Lo eran? ¿Desde cuando Peter tiene una amistad con once? ¿Eso se consideraba correcto?

–No quiero que once esté cerca de él.–tres refunfuñó mientras se cruzaba de brazos.

Escuché la queja de mi hermana, sin embargo, no despegué la mirada de estos dos. Peter levantó su mano y, de una manera delicada, acarició la mejilla de once.

–¡Maldita! ¡la quiero matar! –tres comenzó a hacer un berrinche.

–¿Por qué te molesta tanto que estén juntos? Es solo un guardia.–le pregunté sin dirigirle la mirada.

Mis ojos recorrieron la figura de Peter una tras otra vez buscando algo que no haya visto con anticipación. Hoy su cabello rubio estaba peinado hacia atrás lo cual permitía que su frente estuviese descubierta. Su vestimenta era la habitual: su uniforme blanco, pero con las mangas levemente arremangadas.

Justo cuando iba a dejar de observarlo, nuestras miradas se conectaron. Me había descubierto, se había dado cuenta que lo había estado viendo desde lejos. Pude sentir como el color rojizo se apoderaba de mi rostro y, posteriormente, rompí el contacto visual.

Me sentía avergonzada, no quería que creyera que soy una entrometida ¿Cómo iba a mirarle a los ojos tras esta situación vergonzosa?

–¿Nos está viendo? –tres chilló emocionada.

–No lo sé ¿Eso parece? –dije eludiendo mirar en dirección donde se encontraba Peter.

–Cinco, en verdad Peter me gusta mucho. El otro día me lo topé en el pasillo y me dio los buenos días ¿Puedes creerlo? –dio un enorme suspiro.

–¿Eso no es algo que todos los guardias hacen? Tiene que ser educados.

–No, cinco. No me estas entendiendo, él ya me había dado los buenos días.

Rodé los ojos antes de dejar de prestarle atención a sus intentos de relacionar una cosa tan sencilla con un cuento de hadas. Evidentemente, tres había desarrollado un amor platónico hacia Peter. No entendía como podía estar flechada de alguien quien solo se dedicaba a seguir ordenes de papá.

–¡Cinco! No puedo estar hablando con alguien tan mal educada, no me has estado prestando atención.– me reclamó.

–El entrenamiento de hoy estuvo muy cansado, perdona. Creo que necesito ir a la enfermería.–me excusé.

Mi hermana me miró con una mirada intrigada, probablemente no se habría creído mi excusa, pero fue lo primero que se me vino a la mente para zafarme de su tediosa historia.

Me puse de pie para caminar en dirección al guardia que estaba en la sala de arcoíris.

–Creo que no me siento muy bien.–observé al hombre vestido de blanco quien arqueó una de sus cejas en modo de curiosidad.

–¿Qué es lo que sientes? –puso su mano en su cinturón por encima de su walkie takie.

–Todo me da vueltas, creo que quiero vomitar.–coloqué mis manos sobre mi estómago.

–En ese caso, déjame guiarte a la enfermería.

–No es necesario que tú la lleves, yo puedo acompañarla.

Me estremecí al escuchar su voz. Era él, Peter estaba tras de mí ofreciéndose a llevarme con la enfermera ¿En qué momento había llegado? Estaba segura de que él no estaba aquí. Cuando me paré de mi asiento Peter seguía con once, o al menos eso era lo que yo creía, ya que no lo había visto en mi camino hacia la puerta principal.

–¿Estas seguro que quieres ir tú? –el guardia, quien no tenía mucho laborando aquí, le cuestionó.

–Tengo una vuelta con Brenner, la puedo dejar en el camino.

A pesar de sentir su mirada fijada en mi nuca, no pude darme la vuelta, no tenía el valor de volver establecer contacto visual.

El guardia que se encontraba frente de mí asintió con la cabeza, tras esto, se hizo hacia un lado para dejarnos el camino libre.

Mi corazón comenzó a palpitar aceleradamente en cuanto mi cuerpo sintió la mano de Peter sobre mi hombro.

–Vamos, te guiaré.–susurró en mi oído.