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Papá estaba dibujando un circulo en el suelo de la sala de entrenamientos mientras nosotros nos manteníamos en una línea observando sus acciones.

–Hoy vamos a tener un juego donde el objetivo principal es mantenerse en el circulo. –señaló a las dos figuras que había dibujado previamente.

Mientras papá daba las indicaciones caminaba frente a nosotros sin despegarnos la mirada.

–Evidentemente, si te sales del circulo pierdes. La persona que más dure en este tendrá una hora extra y a solas en la sala de arcoíris.

Los murmullos de felicidad se hicieron presentes al escuchar el premio que recibiría el ganador. A pesar de haber querido escapar de esa sala hace dos días, quería ganar para no tener que lidiar con nadie por un ratito. Deseaba pasar tiempo a solas y esta era mi oportunidad.

–A pesar de ser un juego quiero que le den la suficiente importancia como cualquier otra prueba que solemos tener ¿Entendido?

–sí, papá. –dijimos al unísono.

–Ahora necesito que cinco y ocho den un paso adelante.–papá indicó.

Mi hermano y yo acatamos las indicaciones sin dirigirnos la mirada.

–Ustedes serán los primeros en enfrentarse, colóquense en uno de los círculos. –nos indicó mediante su mentón que nos situáramos en medio de la habitación.

Ocho era dos años menor que yo, no lo consideraba un rival fuerte porque anteriormente ya había demostrado tener dificultades en el dominio de sus poderes. Sin embargo, me preocupaba que alguien fuese lo suficientemente capaz de derrotarme. Solté un suspiro para evitar comenzar a sentirme nerviosa, si dejaba que mis sentimientos se apoderasen de mí, perdería.

Peter junto con el guardia de seguridad que acababa de ser contratado, se acercaron a nosotros sosteniendo una venda blanca entre sus manos.

El encargado de venderme los ojos fue Peter, de manera muy delicada la colocó frente a mis ojos y procedió a hacerle un nudo detrás de mi nuca.

–Buena suerte. –susurró Peter en mi oído antes de volver a su posición.

Él confiaba en mí, significaba que sabía que yo era bastante competente para este desafío.

Respiré hondo tratando de despejar mis pensamientos antes de que papá diese la orden, entonces la dijo.

–¡Comiencen! –papá ordenó.

Inmediatamente levanté mi mano para hacer uso de mis poderes, podía sentir como mi hermano intentaba hacer que yo retrocediera, pero no era lo suficientemente fuerte como para vencerme. Di unos cuantos suspiros y, posteriormente, al mismo tiempo que movía mi mano junto con mi cabeza hacia la izquierda; hice que mi hermano saliese volando.

En cuanto escuché el impacto de este siendo estrellado contra el vidrio; asustada me levanté la venda de mis ojos para examinar como mi hermano gruñía de dolor en el suelo. Con la parte trasera de mi mano me limpié la sangre que había comenzado a bajar por mi nariz, luego de manera fugaz miré a Peter quien sonreía sin dirigirme la mirada. Por otro lado, mi padre no podía despegar la mirada de mí; haciendo notorio que estaba orgulloso de como me había defendido en esta ronda.

Como yo había sido la ganadora, procedieron a pasarme a mi nuevo contricante, número dos. Fue así como mis hermanos fueron pasando de uno en uno, pero ninguno tenía el potencial necesario para poder hacer que me saliese de la figura. Eso me hacía sentir poderosa e invencible.

Los que iban siendo derrotados se iban sentando junto a la puerta, así fue hasta que quedó mi ultima hermana, número once. Nunca había tenido un enfrentamiento contra ella, pero había visto su mal desempeño en pruebas anteriores. Once mantenía complicaciones con el dominio de sus poderes al grado de que se rumoreaba que tenían que darle lecciones por separado.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora