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–¿Qué hice, Peter?–Sollocé.

–Tranquila, Cinco. Mírame.–ahuecó mi rostro entre sus manos.

Las lágrimas rodaron por mis mejillas ocasionando que se me nublase la vista.

–¿Los maté?

–No, solo sangraron por el impacto.–limpió las lágrimas con su pulgar.

–¿Cómo estás tan seguro? Viste lo mismo que yo.–Desvíe la mirada.

–Porque sé reconocer cuando alguien está muerto. Así que créeme, no hiciste nada malo ¿Entendido?

Asentí con un leve movimiento de cabeza.
Algo dentro de mí se cuestionó el como era posible que él tuviese la habilidad de reconocer cuando alguien no tenía vida, pero en su momento no le di mucha importancia.

–Es demasiado probable que nos estén buscando porque Brenner terminó confirmando sus sospechas. Ahora sabe que entre tú y yo hay algo y, desafortunadamente, no se detendrá hasta ponerle un fin.

–¿Qué haremos? ¿Qué es lo siguiente?

–Tienes que escapar, te ayudaré a llegar a la
puerta trasera donde tendrás que ingeniártelas.

–¿No vendrás conmigo?–Busqué su mirada con desespero.

–No puedo ¿No lo recuerdas?–Señaló a su cuello–Mi limitador de poderes también tiene un rastreador, si me escapo contigo nos van a terminar encontrando.

–¿Qué tal si te ayudo a deshacerte de él?–me sujeté de su camisa.

No quería dejarlo, no quería irme sin él.

–¿Harías eso por mí?–Acarició suavemente mi mejilla.

–Haría cualquier cosa por ti.–Asentí con la cabeza.

Confiaba en Peter como nunca había confiado en alguien porque el me había hecho darme cuenta de la realidad.

–Está bien, cariño.–Besó rápidamente mis labios.

Después de haber sentido el roce de nuestros labios, sonreí. Peter se quitó su cinturón de manera apresurada para colocarlo entre sus dientes; lo estaba usando para amortiguar su posible grito de dolor.

–Ya voy a hacerlo.

Levanté mi mano izquierda para ejercer la fuerza necesaria a través de mis poderes. Me concentré y, con mucho esfuerzo, logré sacar el pequeño rastreador que tenía incrustado en su cuello.

Peter había gemido del dolor, pero no fue nada a comparación de las descargas eléctricas que había recibido.

–Esa es mi pequeña, gracias corazón.–Peter volvió a besar mis labios.

Comenzaba a acostumbrarme a recibir este tipo de afecto.

–¡Por aquí!–Una luz fue apuntada a nuestros rostros.

–¡Vamos!–sostuvo de mi brazo para comenzar a correr de nuevo.

Era la segunda vez que estábamos siendo perseguidos por los guardias del laboratorio. Cabe destacar que, Peter era quien se ocupaba de guiarnos, dado que él conocía mejor el lugar.

–Pícale al botón del ascensor.–me indicó.

Pulsé de manera consecutiva el botón en espera que las puertas del elevador se abrieran. Peter estaba enfrente de mí como si fuese un escudo protector mientras que los guardias se acercaban con sus armas.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora