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Perpleja era la palabra que me describía en aquellos momentos. Once me miraba con una cara de preocupación mientras sacudía una de sus manos delante de mis ojos para cerciorarse que no estuviese en shock .

Entonces, me cuestioné: ¿Qué hacía once en la feria del pueblo? ¿Cómo una niña había podido salir del laboratorio sin ayuda de papá? Tras esto, di dos pasos en cuanto asimilé el peligro que significaba que ella estuviese aquí entre nosotros, puesto que era imposible que anduviese sola. Papá no era tan ingenuo para dejarla sin supervisión alguna, en vista que si ella se lo proponía, podría escaparse de ellos.

–¿Con quién viniste? –miré al alrededor en busca del hombre que no quería verme feliz.

–¿Importa? Te acabo de confesar sobre la verdadera identidad de número uno y decides enfocarte en algo tan insignificante.–me regañó.

Probablemente tenía razón, pero sus palabras fueron ignoradas en el instante que la voz de Peter se hizo presente en mi cabeza. En ese momento, mi mente decidió atar los cabos: ''Para apaciguar el ambiente realizó una feria'', ''Recordé que tenía unas cosas pendientes por hacer aquí mismo'','' no me sigas por nada en el mundo''.

Una trampa, había caído en una trampa. Lo peor de todo era que no sabía de quien había sido si de Peter o Papá. Ahora entendía el porqué Peter había cambiado de parecer de manera tan repentina sobre asistir al evento a pesar de insistir que no era una buena idea. Asimismo, esto estaba relacionado con su insistencia para separarnos para que el pudiese terminar con un ''asunto''. Peter sabía que papá había organizado esto no solo para distraer a la sociedad, sino también para emboscarnos. Había sido un 2x1.

Observé hacia todas las direcciones posibles de manera impaciente en busca del rubio que decía llamarse Peter Ballard. Al no ser captado por mis ojos, comencé a correr en la dirección donde lo había visto por última vez.

–¡Cinco! ¡Espera! ¡Tienes que escuchar el resto! –gritó detrás de mí.

–¡Tiffany! ¡Me llamo Tiffany y no voy a escuchar nada de lo que papá te haya pedido que me comentaras! –le respondí de vuelta sin detener mis pisadas.

Sin embargo, una fuerza imprevista me impactó contra el suelo provocando que mi pantalón se rasgase de las rodillas. Con las manos apoyadas sobre el piso mientras jadeaba del dolor, volteé a mirar a la causante de la sangre que escurría de mis rodillas.

–¿No vas a defenderte? –frunció el ceño a la vez que se acercaba en mi dirección.

Opté por guardar silencio. Si le contaba sobre mi ausencia de poderes, se lo terminaría diciendo a papá.

–Once, déjame en paz. –traté de ponerme de pie, pero volvió a hacer que me impactara contra el piso.

Gemí del dolor, en esos momentos era cuando necesitaba de mis habilidades. Me sentía indefensa y, la persona que se suponía que me defendería, no estaba a mi lado.

–Solo quiero que me escuches, Henry no es una buena persona.

–Que me haya mentido sobre su nombre real no lo hace malo. –lo defendí.

« pero si lo convierte el hecho que disfrute asesinar a las personas a pesar de no ser su venganza. » mi voz interna me habló, a pesar de ello, no quería escucharla.

–La razón por la que papá cuidó de él fue porque Peter asesinó a su hermana junto con su madre. Al provocar la muerte de estas, dejó la suficiente evidencia para que se culpara a su padre.

Llevé ambas manos a mis oídos para esquivar por completo lo que sonaba como verdadero. Todo lo que decía era creíble, no tenía razones para decidir no creerle, en vista que antes de aceptar vengarnos de papá; él ya había matado por voluntad propia. Además, no debía de olvidar el hecho de que la muerte de uno de ellos lo había hecho verse como un suicidio.

–¡Cierra la boca! –grité sin dejar de cubrir de mis oídos.

El haber gritado en un lugar público hizo que captáramos la atención de los presentes. Once detuvo el uso de sus poderes, los cuales estaba usando para impedir que yo fuese en busca de Peter, para fingir preocupación hacia mi estado. Esta se limpió rápidamente la sangre que deslizaba de su nariz mientras uno de los que parecía ser de los policías se acercó a nosotros con su semblante de preocupación.

–¿Está todo bien? –preguntó acomodándose de sus jafas.

Lo conocía, no recordaba su nombre, pero lo había visto con anterioridad. Se trataba de aquél policía que Peter y yo habíamos visto en el seven, ese con el que el comisario había hablado.

–Se hizo una herida, pero no quiere ser revisada por un paramédico. –once buscó rápidamente una cuartada que la librase de la situación.

–Estoy bien. –me levanté al mismo tiempo que sacudí la suciedad de mis pantalones.

–No estas bien, puedo llevarte al hospital. –se ofreció el policía.

–¡No! Gracias, pero no. Necesito irme si no quiero perderme entre la multitud. Disculpe oficial. –me despedí mientras retrocedía unos pasos para echarme a correr en la dirección donde suponía que encontraría a Peter.

Peter, Henry, uno. Sinceramente, ya no sabía con cual nombre debía dirigirme a este.

Troté y troté sin dejar de mirar a mi alrededor en busca de aquella cabellera rubia que portaba su chaqueta negra. En el intento de localizar a Peter, terminé chocando con un par de personas que me regalaron miradas de disgusto.

Los gritos, las malas miradas, los empujones y la desesperación no me estaban favoreciendo en mi lucha por encontrar a Peter. Mi pecho comenzaba a subir y a bajar de manera acelerada a causa de la conmoción que estaba experimentando.

–¡Corran!–un grito de pánico se expandió entre las personas ocasionando que otros también gritasen.

Los gritos habían dejado de ser a causa de la adrenalina para transformarse en gritos de terror. No estaba comprendiendo la situación hasta que mi vista se posó en la persona que tenía cuatro cadáveres detrás de él.

Con pequeños pasos me acerqué hacia este mientras sentía mi cuerpo temblar.

–Peter...–lo llamé.

Peter me miró sobre su hombro sin soltar a la persona que estaba asfixiando.

–Teff. Que bueno que te encuentro ¿No es muy decepcionante no poder usar mis poderes? No puedo dejar que la gente los conozca, no todavía.

–Es Tiff.–lo corregí mientras mis ojos miraban el rostro casi morado del civil.

–¿Qué?–esta vez si giró por completo de su rostro para analizar el mío.

–La versión corta de Tiffany es Tiff, no Teff. No te quise corregir hace rato por miedo a que te enfadases.

–Cinco, es solo una letra.–se rio–para mí, suena completamente igual. Además, al principio te dije Tiff ¿No es así?

–Lo hiciste, pero lo olvidaste. Ni si quiera estabas poniendo atención por venir planeando tu ataque del cual me dejaste afuera ¿O me equivoco?–me crucé de brazos.

–Los viste ¿Cierto?–soltó al individuo que se había desplomado al suelo por falta de aire– ¡Estuve tan cerca! No entiendo como lo perdí, entonces estoy haciendo que venga hacia mí.–extendió los brazos.

Él estaba intentando atraer a papá colocándole una trampa en su propia trampa. Muy ingenioso de su parte, pero nos había expuesto de más.

–Ya fue suficiente por hoy ¿No crees? Vámonos antes de que venga la policía.–le sugerí.

–¡No! Este es el momento adecuado para ponerle un fin a la persona quien te estuvo mintiendo toda tu vida.

De pronto, recordé la vez que él prometió que no me mentiría.

–Entonces, si tenemos que actuar contra los mentirosos ¿Qué vamos a hacer contigo, Henry Creel?

El rostro de Peter se transformó por completo a uno de impresión tan pronto como lo llamé por su auténtico nombre.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora