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La persona que algún día consideré ser mi ángel se había convertido en mi maldición. Henry Creel era la persona más frívola que podría existir en Hawkins.

–¿Estás llorando?–Henry acercó su mano a mi rostro para intentar retirar una de las lágrimas que se deslizaba a través de mi mejilla.

–Debiste escucharme cuando te pedí que no huyeras con él.–papá me reprochó.

–Cinco, que te haya utilizado para vengarme de tu papá no significa que este sea buena persona. No olvides todo lo que te hizo a pesar de estar consciente que era tu padre. –me advirtió.

–¡Cállate! No tienes derecho de hablar sobre mi vida ¡Eres un malagradecido! –papá le gritó mientras lo apuntaba con su dedo índice.

Las lágrimas se adueñaron de mi rostro en cuanto lo empaparon por completo. Mi pecho subía y bajaba aceleradamente a causa de mis sollozos y, además, las lágrimas me imposibilitaban mirar a las personas que eran las causantes de mi sufrimiento.

–¿Malagradecido yo? Perdóname por no estar de acuerdo con que me utilizarás como tu conejillo de Indias. –dijo entre dientes.

–¡Deténganse! No estoy comprendiendo nada. –llevé una de mis manos a mi rostro para poder limpiarlo.

–Yo puedo explicártelo.–papá intentó acercarse, pero de nuevo, Henry actuó como si fuese mi escudo protector al interponerse entre los dos.

–Yo no encajaba con los otros niños. Los maestros junto a los doctores decían que estaba como ''roto'' .– hizo comillas en la palabra roto.

Henry le había ganado a papá en ser el primero en declarar sobre los hechos acontecidos. Entonces, mi lloriqueo se detuvo y, posteriormente, me concentré en el rubio.

–Mis padres creyeron que un cambio de escenario, un nuevo comienzo en Hawkins me curaría. –tomó una pausa para girarse a encararme–Para mi sorpresa, mi nuevo hogar me proporcionaría una nueva razón de ser.

–¿Una nueva razón de ser? –indagué.

Ahora que tenía la posibilidad de cuestionarle sin que se irritase, no iba a perder la oportunidad de exprimirlo con información personal.

–Resulta que encontré un nido de viudas negras en un ducto. Mucha gente les teme a las arañas, las detestan y, aun así, a mí me parecían fascinantes. Además, en ellas fue donde encontré consuelo, ya que igual que yo; ellas son unas criaturas solitarias y malentendidas por todos.

–Te identificaste con ellas...–murmuré.

Henry me sonrió mientras asentía con la cabeza.

–¿Sabes lo que tengo en común con las arañas? –me observó ansioso por oír mi respuesta.

–En que ambos deben de ser exterminados. –papá se entrometió ocasionando que Henry se molestase.

–¡Cierra la boca si no quieres terminar con la mandíbula por los suelos! –Henry exclamó.

Papá se estremeció ante la amenaza que había recibido de su antiguo trabajador.

–Ellas y yo inmovilizamos a los débiles para alimentarnos de ellos.–colocó su dedo índice debajo de mi barbilla para subirlo un poco.

–Los humanos son una plaga que evenenan nuestro mundo mientras imponen una estructura propia. Tú misma lo has visto, has sido testigo de como son maltratados por gente como tu padre.–dirigió un movimiento de cabeza hacia la dirección de papá.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora