12

1.4K 105 1
                                    

12

–¡No me vas a decir lo que debo de hacer!–azoté la puerta con el uso de mis poderes.

Sin embargo, dado que Peter es una persona que cuenta con sus poderes propios, pudo abrir de la puerta sin dificultad.

–¿No te quedó suficiente con la visita de ayer? ¿Quieres volver a tener al policía aquí?–gruñó.

Con su fornida figura caminó en mi dirección, su pecho subía y baja con un ritmo acelerado. Pareciese como si en cualquier momento la vena, que se le sobresaltaba en el cuello, iba a estallar.

–No me puedes prohibir tener amistades.–lo encaré.

No debería sentir miedo de él, no cuando yo tengo la misma capacidad para defenderme.

–Escúchame cinco, lo único que te estoy pidiendo es que seas cuidadosa con quien te relacionas.–sostuvo de mi mentón entre su mano.

La mayoría de las veces que Peter solía tocarme, lo hacía usando una fuerza impresionante. Como si no fuese suficiente, las únicas ocasiones en las que me había tratado con cariño habían sido para fingir enfrente de terceros.

–Suéltame, me estás lastimando.

–No te estuviese lastimando si aprendieses a ser una buena niña.–susurró entre mis labios.

–¡Dije que me sueltes!–moví una de mis manos haciendo que se alejase unos centímetros de mí.

En mis oídos comenzó a retumbar el sonido de los latidos de mi corazón. Quería suponer que se debía a la adrenalina que sentía al enfrentarme con alguien como él.

–¡Suficiente! ¡Ya me cansé de tus berrinches!

Con una inesperado movimiento, me levantó del suelo. Peter estaba usando sus poderes para elevarme en modo de advertencia. Además de esto, la posición en la que me encontraba le imposibilitaba a mis pulmones recibir el oxígeno suficiente.

–Peter...–traté de hacerlo entrar en razón.

–Solo tienes que hacer una cosa, una sola cosa.–arqueó su ceja derecha.

Pataleé en el aire en busca de zafarme de la situación. Por más que intentaba escapar con el uso de mi telequinesis, él era más poderoso que yo.

–Peter...–volví a intentar captar su atención.

En vez de soltar el agarre, lo intensificó. Era impresionante como podía hacerme daño sin ponerme un dedo encima. Definitivamente, no había medido la capacidad que esté tenía para vencerme. Desgraciadamente, no sabía quien era la persona con la que me había metido.

–Por favor...–supliqué en cuanto mi visión se tornó nublosa.

De esa manera, terminó soltándome. El aire regresó a mis pulmones ocasionando que diera una profunda inhalada. No pude evitar llevarme una mano al pecho para tratar de tranquilizar su ritmo.

–Perdóname.–intentó acercarse a mí.

A pesar de esto, a duras penas retrocedí.

–Cinco, perdóname. No era mi intención...yo...–se llevó ambas manos a la cabeza.

–Me ibas a matar ¿Verdad? Ibas a sumarme a tu lista.–pronuncié con la voz entre cortada.

–No, es solo que no pude retener mi furia.–se puso de cunclillas.

Hace unos minutos, había salido a tirar la basura y, uno de los que parecía ser nuestro vecino, se acercó para darme la bienvenida. Esta era una persona joven y amable, pero en cuanto Peter se dio cuenta del escenario salió a unirse a nuestra conversación. Al principio creí que habíamos entablado una nueva amistad, sin embargo, cuando entramos a la casa comenzó a reprocharme la situación anterior. Una cosa terminó llevando a la otra y esa era la razón por la que casi muero asfixiada por Peter Ballard.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora