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La atmósfera de preocupación que había estado apoderándose de Hawkins; había disminuido un poco en cuanto la feria pisó las calles de nuestro pueblo. Peter se encontraba enfadado, ya que este aseguraba que todo se trataba de una estrategia de papá para distraer a los pueblerinos.

–¿Aun así iremos? –lo miré con una mirada de súplica.

En verdad quería ir a esa feria, puesto que nunca había asistido a una.

–No estoy seguro si sea buena idea. –chistó mientras caminaba de un lado a otro por el comedor.

–¿En verdad crees que todo es obra de papá? –mis ojos se posicionaron ante la persona que no dejaba de moverse.

–Sí. Créeme, cinco. El Dr. Brenner es un experto intentando salirse con la suya. –se llevó una de sus manos a su frente–Se supone que en este momento deberían estar investigando el laboratorio ¿Por qué no lo hicieron? –frunció el entrecejo.

–Tal vez ya lo realizaron y no nos enteramos–me encogí de hombros.

–No, no lo creo. –negó con la cabeza–Las malas noticias son las primeras en saberse. En estos momentos la policía necesita encontrar a un responsable, por lo tanto, no lo ocultarían si tuviesen a uno.

–Entonces, probablemente no hallaron nada. –apreté de mis labios.

–¡No, cinco! –Me levantó la voz provocando que me sobresaltase.

Peter me observó sobre su hombro al percatarse de que me había sorprendido el tono con el que se había dirigido hacía mí. Sin embargo, no se disculpó.

–Todo estuvo muy bien calculado. Las pruebas estaban en un lugar muy visible. –se detuvo–Lo puse como un plato sobre la mesa que probablemente no lo terminó encontrando el comisario.

–¿Sería eso posible? ¿No le conviene a todo Hawkins que se sepa la verdad? Yo hubiera dejado que las descubrieran.

–En primera, la realidad es que tu no trabajas ahí. –se carcajeó–En segunda ¿Qué tal si terminaron en las manos de la persona incorrecta? –arqueó de ambas cejas.

–¿Papá?

Peter asintió.

–Tendría sentido, todo embona admirablemente. –aplaudió para acercase a mí–El D.r Brenner localizó la evidencia antes de que inspeccionaran al lugar, las retiró y para apaciguar el ambiente realizó una feria.

–No, Peter. Eso no puede ser probable. –sacudí mi cabeza hacia ambos lados.

–¿Por qué no? –se cruzó de brazos.

–El día que me contaste que habías escuchado sobre que venía una feria fue el día que plantaste las pruebas.

–No, pequeña cinco. El día que te mencioné sobre la feria fue el día que me decidí a contarte sobre lo que había hecho con anterioridad. No te equivoques. –se dirigió hacia el sofá individual para dejarse caer en este.

–¿Cómo iba a saberlo si no estaba al tanto? –suspiré.

Me había hecho quedar como una estúpida.

–No importa ¿Te vas a cambiar o así te irás? –me analizó de pies a cabeza.

–¿Iremos? –me puse de pie con una pizca de emoción.

Peter asintió con la cabeza mientras colocaba sus manos detrás de su nuca.

–¡Ya vengo! –corrí en dirección a la que había sido adoptada como mi nueva recámara.

Despise | Peter BallardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora