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Ellis dejó de ir al psiquiatra hace dos años... Él me mintió al decirme que su última consulta fue hace cuatro días.

También dejó de seguir el tratamiento desde la misma cantidad de tiempo.

El doctor Ausubel no quiso proporcionarme ningún tipo de información al respecto.

Aún así, no me rendí.

Un día, llegué a su consultorio, y monté mi mejor escena de novia diplomática y desesperada: una carta que jugaría mucho a mi favor, si alcanzaba a tocar la fibra humanística del psiquiatra, eso sí, si manejaba todo bien.

El doctor por fin me atendió.

Hablé con él sobre Ellis durante poco más de un mes. Fue difícil hacer frente a otro terapeuta, pero lo hice.

Sin embargo, sentí que nada de lo que hice fue correcto.

Y supe que me arrepentiría en cuanto Ellis se enterara, pues levanté muchas sospechas.

—¿Por qué te resistes a mí?

—¡Porque no quiero que tengas que ver en todo lo que hago, Ellis! ¡No todo gira entorno a ti!

Desde entonces, dejamos de hablarnos.

Estuvo mal mi comportamiento hacia él, lo sé. Pero no había vuelta atrás.

No cuando Ellis descubrió el número del doctor en mi bolso... Él llegó a mi casa para pedir perdón por las discusiones cuando sucedió.

—¿De qué va esto, Blair?

Me quedé mirando el papel en sus manos.

—Ellis, yo...

—¿Qué hace el número de este sujeto aquí? —Frunció el ceño—. Espera, ¿esto es lo que estuviste escondiendo todo este tiempo?

—Puedo explicarte...

Entonces hizo lo que menos quise: hurgar dentro del bandolero.

—¿Estos son expedientes... sobre mí? —Ellis alzó sus ojos—. Dime que no has estado hablando con él.

«Joder»

No me dio tiempo de contestar cuando, de un momento a otro, tiró los papeles al suelo.

Miré su expresión sin palabras. Su semblante cambió de forma tan drástica, tan... aterradora...

—Entonces es cierto... ¡Hablas con él!

—¡Es lo único que puedo hacer!

—¿Para qué? ¿Para averiguar sobre mí? —Tensó la mandíbula—. Te advertí que no te metieras en esta parte de mi vida. ¡Y ni siquiera eso es lo importante!: ¡Esto es ilegal, Blair!

—¿En serio? ¿En vez de pensar en la verdadera razón por la que lo hice... sales con legalidades?

—¡Te dije que no te compete saber sobre eso!

—¡Soy tu novia, Ellis! ¡Todo sobre ti me compete!

—¿No dijiste que cada quien tiene una vida? Bueno ¡deja de meterte en la mía!

—¿Estás diciendo que no me quieres en tu vida?

Suspiró.

—No dije eso.

—Sí, lo hiciste. ¡Y deja de actuar como si tu estado mental fuera algo del otro mundo, por Dios!

—¡Tú no sabes nada!

—¡Porque no me dejas hacerlo!

—¡Porque sé que si lo hago, te enfrascarás más en ello! Y cuando lo descubras....

Lo que nunca he dicho | BLAIR [Atwood 0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora