12

5 1 0
                                    

Luego de un tiempo, creí que por fin encarrilé mis sentimientos en un sitio sano, libre de perjudicar mi estado emocional o cualquier otro aspecto de mi vida.

Resulta que estuve muy equivocada.

La actitud de Ellis siguió mareándome, confundiéndome. Desgastando la poca energía que le quedaba a mi cerebro después de pasar todo el día pensándolo, y cansándome de hacerlo. Mi mente me odió.

Todas las canciones que oí parecían llevar su nombre.

Cada vez que salí, acabé pasando por la calle donde vive.

Cada objeto y persona a mí alrededor traía su recuerdo a mi mente.

Cuando tienes un amor correspondido, esto puede ser beneficioso. Pero en casos como el mío, significó un gran desliz en mis intentos por controlar lo poco que podía en mí. Porque el amor es como agua que se escapa de tus manos. Puede desestabilizar a la persona más orgullosa, o al corazón más frívolo.

Como no pude extinguirlo (y en el fondo, ni tuve ganas de hacerlo), mi meta siempre fue conservar ese amor que a ratos me hacía feliz. Sin embargo, ni siquiera yo pude protegerlo del último golpe que recibí contra él.

Lo que nunca he dicho | BLAIR [Atwood 0]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora